Segundo aniversario: 66 luchas contra la insuficiencia

 

Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Como hace justo un año, me siento a escribir a vuelapluma unas breves reflexiones para conmemorar el segundo aniversario de este blog. No habrá aquí, por tanto, peripecias relacionadas con los personajes de ficción que suelen aparecer de cuando en cuando en este espacio digital. A sabiendas de que es probable que apenas se lea (como con el resto de lo que se publica en este formato, casi caduco en un mundo en el que todo tiende a ser más corto y con un contenido más visual), a veces me permito el lujo de abrirme sin tapujos. Además, se da la casualidad de que se trata de la entrada número 150. Un número redondo que nunca pensé en alcanzar.

El Gabinete Oculto nació de la necesidad de un cambio y de explorar otras vías de aprendizaje y conocimiento. Tras más de una década escribiendo sobre misterios – así, en general, sin saber muy bien cómo podría definir qué es un misterio –, colaborar de forma activa en podcast y programas de radio especializados en esas temáticas, publicar algunos libros e incluso aparecer de forma puntual en televisión, llegó un día en que me apeteció decir “basta”. Sin dramatismos. Sin explicaciones. De forma silenciosa y natural. De todas formas, y sin temor a equivocarme, no creo que haya sido una gran pérdida para nadie.

Hago algunas confesiones que, a buen seguro, serán familiares para muchos escritores u otras personas con inquietudes similares a las mías. Hubo cosas que hicieron mella en mi ánimo, el cual es susceptible de sufrir vaivenes que me cuesta razonar. La primera de ellas: me duele no haber firmado nunca un libro para alguien que no perteneciese a mi círculo más cercano. A esos pocos familiares que se dignaron a presentarse en la única presentación que he hecho en todo este tiempo. Puede que ni tan siquiera ellos hayan leído esos ensayos a los que dediqué tanto tiempo y ganas. No los puedo culpar, por supuesto. Nunca supe si esos tres libros – mas el par de colaboraciones que hice y un primer tomo autopublicado que apareció hace casi una década – se vendieron bien o mal. Al no tener referencias al respecto, puedo dilucidar que no fueron apuestas rentables para Óscar, mi respetado editor. Le pido disculpas, por la parte que me toca.

Llego así a una segunda confesión: nunca me siento satisfecho con nada de lo que escribo. Ya os conté en alguna ocasión que empecé a escribir para el foro entonces conocido como Misteriored mientras aun estaba estudiando Trabajo Social. Luego tuve la oportunidad de colaborar con otras plataformas web como VAVEL o Phenomena Magazine. En ellos empecé a compartir escritos propios, que luego evolucionaron en artículos de divulgación e investigación. A la larga, y como algo propio en la evolución de cualquier persona, creo que reescribiría buena parte de ellos de forma totalmente diferente. Tengo en discos duros todo ese material, dividido por años y categorías, pero rara vez les echo un vistazo. Creo que es lo más sano. Si ya a su debido tiempo no terminaban de convencerme, imaginad qué pasaría hoy.

Eso me lleva a otro punto fundamental: la sensación constante de insuficiencia. Tengo una sensación constante de no hacer las cosas bien, a pesar de esforzarme al máximo. Eso se traduce en incertidumbre, frustración o mal humor. Incluso en periodos de apatía, porque cuesta verle el sentido a algo que ni siquiera uno mismo siente como válido. Es algo contra lo que lucho cada día, y no solo en lo que se refiere a mi faceta como “intento de juntaletras”. Se puede pensar en falta de carácter. Baja autoestima, dirán otros. ¿Alguna suerte de padecimiento mental, quizá? Trato de no darle demasiadas vueltas, aunque entro con mucha asiduidad en ese bucle que me martillea las sienes. Sobre todo, cuando el silencio es mi única compañía. Cuando estoy a punto de dormirme, o cuando estoy trabajando de noche.

Este año he publicado sesenta y seis post en el blog, lo que se traduce en algo más de trescientas páginas en mi procesador de texto. Una cantidad similar a las que escribí en el mismo periodo del año anterior. En ese sentido, no tengo queja. Sigo con muchas ideas en mente, aunque tenga que luchar conmigo mismo para completar cada una de esas páginas. Para no abandonarme a la desgana o a esa sensación de insuficiencia. No escribo para nadie más que para mí mismo, aunque me gusta compartir con vosotros todo lo que hago. Tampoco os voy a mentir. Querría tener más repercusión. Colaborar con más gente en proyectos literarios. Participar o asistir a charlas y presentaciones. Uno tiene su ego, supongo. Como todos. Pero no depende de mí ni voy a rogar por ello. Nunca lo he hecho, ni voy a empezar ahora. El tiempo, la suerte y todas esas cosas a las que se suelen aludir en este tipo de cosas hará el resto.

Por fin, llego a la última confesión: a pesar de todo lo anterior, seguiré escribiendo. No entiendo la vida sin la expresión escrita, al igual que no la entiendo sin la lectura. Habrá rachas menos prolíficas. Momentos en los que no sepa cómo enfrentarme a una página en blanco. Pero, al final, lo importante es encararlo y hacerlo. Aunque solo se materialice en unas pocas frases y no las comparta con nadie. Espero poder hacerlo hasta que mi salud me lo permita, que ojalá sea mucho tiempo. Y todas las pequeñas conquistas que haga durante el camino serán bienvenidas, por pequeñas que sean.

Gracias por el apoyo y la confianza. Un saludo de parte del asistente.


Félix Ruiz H.


Comentarios

  1. Gracias !, Se agradece tu trabajo .El placer de poder leer las inquietudes, reflexiones y análisis de una amigo digital con el que comparto la lectura de libros y cómics me hace sentir un sentimiento de complicidad muy agradable, un saludo sincero desde Barcelona.
    Valenti Ponte Planas

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    1. Muchas gracias a ti por leer y comentar a menudo, Valenti. En lo que a mí respecta, seguiré publicando cosas e intentaré que sean interesantes. Abrazos desde Sevilla.

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