Junji Ito: un lustro asomándonos al abismo del terror
Pocos autores del género de terror cuenta con tanto reconocimiento como Junji Ito, cuyos mangas no paran de acaparar buenas críticas y de atraer a nuevos seguidores. En 2017, el equipo de la revista Nemuki + (de la editorial Asahi Shinbunsha) publicó un monográfico especial en torno a la figura del mangaka en el que se conmemoraba el 30° aniversario de la publicación de su primera obra: Tomie. Ese especial fue traducido al castellano durante el pasado 2020, siendo para muchos la puerta de entrada a una forma muy especial de abarcar el miedo. Lo más curioso fue leer cómo Ito era comparado con grandes maestros del terror como Stephen King o H. P. Lovecraft. Un estudio de sus obras arroja similitudes con ambos, pero también diferencias. Y es que tanto el medio en el que se expresa como su propia naturaleza hacen que el estilo del autor sea muy especial.
Esta entrada sirve para hacer mi particular conmemoración del lustro que llevo dedicado a la lectura y estudio del trabajo de Ito, que en este tiempo ha sido reconocido a nivel mundial. Prueba de ello son los tres premios Eisner que ha recibido, así como sus nominaciones a los Premios Harvey o en el Festival de Angoulême. En 2021, ganó dos Eisner más gracias a Hellstar Remina (Mejor Edición de Material Internacional) y Venus en un punto ciego (Mejor Escritor/Artista). Por su parte, en 2022 fue nominado en tres categorías, llevándose el premio a Mejor edición norteamericana de material internacional (Asia) con El muerto enfermo de amor. En 2024 fue nominado otro par de veces gracias a su trabajo en Black Paradox, con peor fortuna. Sea de una u otra forma, la fama mundial llegó hasta el introvertido artista, que está viendo así recompensada toda una vida dedicada al manga.
Gran parte de la obra de Junji Ito ha sido publicada y traducida al castellano, y editada en España durante la pasada década. Planeta Cómic publicó una de sus obras largas más aclamadas, Uzumaki; mientras que la caída ECC Ediciones ha tenido en su catálogo títulos como Ángulo Muerto, la colección de Relatos Terroríficos (dividida en dieciocho volúmenes, cada uno de los cuales con varias historias autoconclusivas, todos los cuales conservo en mi poder como un el más preciado de los tesoros), Gyo, Black Paradox, Punzadas de fantasmas, Tomie o El Muerto enfermo de amor. Por su parte, Ediciones Tomodomo publicó bajo su sello los mangas de Aula demoníaca, El diario gatuno de Junji Ito y Voces en la oscuridad.
Su dilatada trayectoria no ha conocido periodos de descanso desde 1987, momento en el que comenzó a compaginar su trabajo como protésico dental con el de mangaka. En aquel momento tan importante en su vida, la revista Gekkan Halloween – perteneciente a la editorial Asahi Sonorama – convocó el Premio Kazuo Umezu para descubrir a jóvenes autores. Fue aquel concurso el que vio a un Ito novato presentar una historia que finalmente se alzó con una mención honorífica, y que con el tiempo se convertiría en una exitosa saga adaptada al cine y a la televisión: Tomie. Un volumen que recientemente ha sido reeditado en un solo tomo en España.
En aquel primer año de actividad como mangaka publicó otro par de historias muy interesantes, ambas recopiladas en España el volumen 2 de los Relatos Terroríficos, que serán reseñadas en la próxima entrada de este blog: Bio House y La ladrona de caras.
Autor prolífico, buena parte de su bibliografía ha sido adaptada a la pequeña y a la gran pantalla en producciones de imagen real y de animación. Todo a pesar de que sus trazos con pluma se resienten debido a una enfermedad con la que convive desde hace mucho: la de los nódulos de Heberden, que deforman y tuercen la primera articulación de sus dedos. De momento, el autor ha podido solventarlo trabajando con medios digitales, lo que resta un esfuerzo importante a sus castigadas manos. Pero, superada su sesentena, es solo cuestión de tiempo que deje a un lado su labor, extremo que ojalá tarde mucho en llegar.
En cuanto a sus influencias, Ito ha citado en alguna ocasión a algunos compatriotas célebres, como el recientemente fallecido Kazuo Umezu, Hideshi Hino, Furuka Shinichi o Yasutaka Tsutsui, pero igualmente entran en esta categoría ilustres escritores occidentales como Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft. Precisamente, Ito aun aspira a adaptar alguna de las obras del natural de Providence. El terror cósmico tiene un hueco dentro de la creación del autor japonés, contando con ejemplos muy curiosos dentro de sus Relatos Terroríficos. Entre ellos destaca Lo que el mar arrastró a la playa, en el que aparecen seres atávicos que recuerdan mucho a seres como el mítico dios primigenio Cthulhu.
En su época de estudiante, hubo un género que absorbió buena parte de su tiempo: la ciencia ficción. A esta le dedicó algunas intentonas tempranas de escribir narrativa, cosa que fue desechando mientras iba creciendo en él el deseo de ser mangaka. La realidad y las necesidades económicas le llevaron a apartar temporalmente aquel sueño para acabar sus estudios superiores e iniciar una trayectoria profesional “normal”. Pero entonces apareció aquella primera creación femenina, Tomie, donde se mezclaron dos de las características clave de la posterior trayectoria de Ito: la belleza y lo grotesco. Tomie es la mujer más bella que puede dibujar, y desde entonces trata de no hacer ningún personaje que la iguale. No era su ópera prima, pero sí que fue el primer manga que entintó y que pudo publicar.
Como buen hombre de costumbres, el método de trabajo del autor es rígido desde hace décadas. Tiene un estudio en su propia casa, situada en Chiba, en el que comienza a trabajar después del mediodía. Luego vuelve a trabajar de noche, cuando pasa unas horas dibujando sobre su escritorio hasta las tres de la mañana, aproximadamente. Cada par de meses se desplaza a casa de sus padres, en Nakatsugawa (prefectura de Gifu, donde nació en 1963). Allí tiene otro estudio en el que intenta mantener las mismas rutinas. La digitalización ha sido clave para mantenerse activo. Ha creado un teclado propio para agilizar su proceso creativo, de tal manera que no necesita mirarlo para teclear la opción que le interesa en cada momento. La masilla epoxi es clave en este sentido.
¿A qué se refieren los aficionados y los expertos cuando hablan del “terror al estilo Ito”? En el cómic o el manga, el aspecto visual es clave para trasladas la historia que se quiere contar a los lectores. Si además de eso se quiere trasmitir terror o extrañeza, el trabajo debe ser aún más directo, más definido. Junji Ito es un maestro en este aspecto. Al principio, el mangaka era muy consciente de su tendencia a dibujar personajes bellos, ya que Gekkan Halloween era una publicación mayoritariamente dirigida a chicas. Esa característica quedaría fijada en su posterior obra. En cuanto a sus protagonistas, Ito no presenta ningún interés aparente en mantenerlos con vida, como él mismo confiesa. Si debe hacerlo, por exigencias editoriales o de la propia historia, no piensa a priori en cómo hacerlo. Simplemente se deja llevar por la situación. Es precisamente esa situación, ese fenómeno extraño, ese planteamiento en el que el protagonista se ve envuelto en una historia incoherente, en lo primero que Ito centra su atención. Su propia consciencia del escenario en el que se desarrolla la trama le lleva a a dibujar con mayores nociones de extrañeza o misterio que de terror.
Según sus propias palabras: “Por supuesto, como es un manga de terror, me he propuesto dibujar una obra terrorífica, pero más que miedo, quiero que el lector, después de leérselo, tenga la impresión de que 'era un manga bastante extraño' y, quizá, hago que el miedo sea algo secundario”.
Hay una serie de temas clave que aparecen en muchas de sus obras y que reflejan algunas de sus inquietudes, obsesiones y miedos. La familia, la importancia de la herencia y la tradición o la aparición de doppegängers cuentan con multitud de ejemplos. Dentro de sus historias cortas es donde todo esto cobra más fuerza y sentido. Los dobles siniestros, fantasmagóricos o demoníacos constituyen un terror particular del propio autor, que en las páginas de ese especial de Nemuki + mencionado al principio confesaba haber temido durante años mirarse en el espejo, y que actualmente continúa intentando ver su reflejo lo menos posible. Eso queda perfectamente reflejado en el pequeño ciclo protagonizado por Toru Oshikiri, que cuenta con seis pequeñas historias. Dentro del estudio de sus obras, este ciclo se suele titular Alucinaciones, pero las historias que lo componen han aparecido – al menos en España – esparcidas en los Relatos Terroríficos. Tres de ellos (Los extraños relatos de Oshikiri, Los extraños relatos de Oshikiri: la pared y El intruso) aparecen juntos en el volumen 16.
La obra donde Oshikiri aparece por primera vez es Alucinando con cuellos (Gekkan Halloween, marzo de 1989. En España apareció por primera vez en Relatos terroríficos volumen 3), una historia que cuenta cómo, a partir del momento en que mata a su mejor amigo, Oshikiri empieza a tener alucinaciones en las que a sus amigos y conocidos se les alarga el cuello de forma insólita. En el mismo relato, el chico confiesa a la policía que ha cometido un crimen, pero cuando vuelve a aparecer, año y medio después, en El pantano de los espíritus vengativos (Gekkan Halloween, octubre de 1990. Volumen 15 de los Relatos terroríficos), Oshikiri vive como si no hubiera pasado nada. En el mismo volumen de ECC puede leerse Amigos por correspondencia (aparecido originalmente en febrero de 1991), donde el personaje recibía una carta amenazadora por parte de un tal T.O. Es decir, el propio Tooru Oshikiri. O, mejor dicho, un Tooru Oshikiri alternativo y ¿malvado?
Oshikiri es un estudiante de secundaria que se ve atrapado en eventos extraños que pueden o no ser de carácter alucinatorio. Su familia es muy rica, teniendo una casa muy grande y algo remota, lejos de los demás. A lo largo de Alucinaciones, Oshikiri vive solo en la casa familiar mientras sus padres están trabajando en el extranjero. Cuando comienzan sus alucinaciones, muestra miedo cuando se enfrenta a ellas pero a menudo las enfrenta reprimiendo deliberadamente su propio miedo. Un Oshikiri de una dimensión alternativa viaja al mundo del “original” y causa estragos. Hay muchas versiones de él de diferentes dimensiones. Ese Oshikiri alternativo comete varios asesinatos y experimentos con personas de la dimensión del Oshikiri original mientras busca cómo perfeccionar una fórmula química con la que quiere aumentar su propia altura (un complejo que tiene, al ser descrito como un chico bajo). Sus experimentos invariablemente hacen que todos sus conejillos de indias muten horriblemente, después de lo cual se deshace de las pruebas de sus asesinatos, descartando y enterrando a los mutantes en la dimensión del Oshikiri original. Oshikiri alternativo afirma ser el "real" Toru Oshikiri, y percibe al protagonista como un Oshikiri alternativo.
Durante el ciclo, se desvela que la propia casa del personaje tiene la singularidad de estar conectada a esos mundos paralelos. ¿Cuál de los Oshikiri que aparecen es el intruso? Eso quedará a criterio de cada lector.
El mismo leitmotiv del doppelgänger aparece en Black Paradox, una de las obras largas de Ito. Como es sabido, en Japón el suicidio está tristemente presente continuamente, estando siempre ligado a la tradición histórica, social y cultural del país. Taburo, Pitan, Baracchi y Marceau tienen un objetivo común, que no es otro que cometer un suicidio colectivo, por lo que quedan para conocerse y acabar con sus vidas simultáneamente. La trama se complica cuando aparecen sus dobles, que les hacen embarcarse en una aventura bizarra, en la que cabe una realidad bizarra que a veces se solapa con la percibida por los protagonistas. Con ese punto de partida, el horror cósmico de Lovecraft está presente en la atmósfera de esta obra, situando a sus personajes frente a la inmensidad inabarcable de sus propios miedos y anhelos. Este manga apareció originalmente en la revista Big Comic Spirits de la editorial Shōgakukan y recopilado posteriormente en 2009 en un solo volumen, que ha sido editado en España en más de una ocasión.
Otra arista fundamental para entender la forma de guionizar de Ito es la aparente ausencia de desenlace, tal como normalmente se entiende. Sus relatos quiebran totalmente el esquema de planteamiento-nudo-clímax-desenlace. Las historias se ciñen al espacio que el mangaka quiere que ocupen, lo que le lleva a que en muchas ocasiones no las finalice de forma convencional. Es una especie de bloqueo físico que extrapola a su propia mente, en la que deja esa historia en el clímax, a propósito o no. Sus relatos autoconclusivos y cortos son muy dados a este tipo de falsos cierres. Dejan en el lector un poso de duda, preocupación por el destino de los personajes y curiosidad por saber qué hubiera pasado a continuación. Muchos de esos falsos finales cuentan con imágenes impactantes, que dejan ese sustrato de extrañeza en el lector.
La maestría de Ito por combinar la belleza y la fealdad está presente desde el primer momento con la altiva Tomie, que protagonizó su obra más larga hasta la fecha. Esta chica tiene dos cualidades sobre las que pivotan todas sus andanzas. Una es que vuelve loco a cualquier hombre, y la segunda es que es inmortal. El deseo que despierta en sus potenciales amantes logra despertar un instinto homicida en estos ante cualquier atisbo de distanciamiento de ella o de coqueteo con otros hombres. Sin embargo, esos impulsos nunca culminan del todo, ya que Tomie se recompone una y otra vez. Da igual que se la queme, se la mutile o se la despedace. La mujer siempre vuelve. Incluso copiada, ya que cada trozo en la que se divida su cuerpo se puede convertir en una versión completa de sí misma.
Centrándonos un poco más en este personaje, fundamental en la carrera de su autor, el crítico de manga Nobunaga Minami dijo en el especial recientemente editado en España que Tomie encarna a Eros y Thanatos (instintos de vida y muerte) en su forma más extrema. Tiene elementos ninfomaníacos, e invita a la muerte instintivamente. Es la mujer bella, pero sus recuperaciones milagrosas muestran su lado grotesco, que juega con ese componente sensorial presente en toda la obra de Ito. El psiquiatra y crítico de manga Yukihiro Abe resaltaba una sensación cutánea de Tomie, a la que asemejaba con un moho mucilaginoso, un ser con un ciclo de vida que no es animal ni vegetal. Su objetivo es extenderse, y cada vez que la mutilan está más cerca de lograrlo.
Continuando con esa corriente de terror sensorial, que se basa en la vista para transmitir sensaciones que involucran al resto de los sentidos, hay ejemplos con el gusto o sabor. Éste puede estar asociado con una sensación desagradable, que provoque arcadas (como en La chica babosa) pero asimismo no tiene por qué presentar una sensación desagradable, al menos en un primer momento. El horror puede ser dulce, como experimenta el padre de Tomoki, que asiste en el final de El autobús de los helados a una escena dantesca, en la que su pequeño hijo devora a sus amigos, derretidos tras convertirse en los helados que se comían a diario en un autobús conducido por un hombre aparentemente normal. Ante tal situación, el padre trata de parar a su hijo, cuya cabeza se separa de su cuerpo al comenzar a derretirse de la misma forma que el resto de niños, mientras que el vendedor de helados pregona su llegada mediante uso altavoces.
En el terreno de lo auditivo, el terror bebe mucho de sonidos misteriosos o rumores provenientes de algún rincón más o menos cercano al personaje que lo sufre. La cañería gimiente es un buen ejemplo a este respecto. En ella, dos hermanas viven con una madre obsesionada con la limpieza, mientras una de ellas es cortejada por un chico con un sentido del aseo ciertamente peculiar. Tras humillar a este último, las cañerías y desagües de la casa de las chicas comienzan a atascarse, mientras se oyen ruidos que parecen ser emitidos por una persona. El relato termina con la hermana menor siendo absorbida a través del agujero de la ducha, sin que se sepa quién o por qué es arrastrada a ese desagradable final. En la obra de Ito, puede que el ejemplo más destacado de este tipo de terror esté en El disco de segunda mano, que se reseñará al final.
Hay otra sensación que destaca en varios de los relatos de Ito, y es la de estar atrapado. Aquí caben varias variantes. Puede ser por una situación de la que no se puede escapar, por un lugar estrecho o sin salida, o por un destino inmutable. Yukihiro Abe elegía en su texto dos relatos cortos: Los globos de la horca y La ciudad sin calles. Ambos son dos de los más celebrados por sus seguidores. Los dos comparten esa forma de mostrar el miedo, aunque desde dos situaciones muy diferentes. La primera obra tiene como inicio el suicidio de una idol en pleno apogeo de su carrera (la idol como personaje que sufre, como luego mostrará en otro de sus mangas largos, Hellstar Remina). Su muerte desata una serie de sucesos tan sobrecogedores como increíbles, centrados en unos inquietantes globos que comienzan a aparecer de la nada para matar a cada vez más personas. Lo impactante es que estos globos tienen la cara de quienes pretenden ahorcar (otra variante del doppelgänger).
La segunda parte de ideas mas sutiles para acabar presentando un escenario agobiante, formado por calles que no llevan a ninguna parte, en la que las casas se superponen unas con otras y en las que la privacidad no existe. Precisamente, esta historia sirvió como inspiración para la ambientación de uno de los juegos de terror más celebrados de la historia: Silent Hill 2. Konami, empresa creadora de este juego, ha mantenido una curiosa relación con Junji Ito, e incluso llegó un momento en el que ambas partes estuvieron a punto de colaborar. Hace unos años, la empresa nipona estuvo desarrollando una nueva entrega de la saga Silent Hill, con el celebrado desarrollador de videjuegos Hideo Kojima (padre de la saga Metal Gear) y el director Guillermo del Toro a la cabeza. Un juego que iba a ser conocido como Silent Hills y en que Ito habría ayudado, quizá aportando ideas y algún que otro boceto. Una serie de problemas entre Konami y Kojima dieron al traste con el proyecto, aunque tanto Kojima como del Toro expresaron posteriormente su admiración por el mangaka y su deseo de trabajar con él en el especial varias veces reseñado. Ito apareció haciendo un cameo en en último videojuego desarrollado hasta hoy por Kojima, Death Stranding, que durante este mismo 2025 tendrá una secuela.
En el especial de 2017, Ito seleccionó sus cinco obras favoritas de las publicadas hasta entonces. La primera de ellas fue El disco de segunda mano, que apareció por primera vez en el número de diciembre de 1990 de Gekkan Halloween. La historia se desarrolla en torno a la obsesión por poseer un vinilo, que lleva a los distintos personajes a robarlo, perseguir a su portador o directamente asesinarlo. El Scat de Paula Bell, melodía inmortalizada en ese vinilo una vez que la cantante ya había muerto y yacía frente a uno de los micrófonos del estudio donde se disponía a grabar, provoca una espiral obsesiva que parece partir de una suerte de maldición impulsada por esta canción fantasmal.
La segunda es Los globos de la horca, publicada por primera vez en enero de 1994 en su revista de cabecera durante años. El escenario es tan surrealista que no tiene explicación, aunque el propio autor explorase un poco más ese planteamiento en una continuación que apareció en el especial por los treinta años de su carrera. En este relato, al igual que en otros como Black Paradox o El muerto enfermo de amor, subyace el profundo miedo que Ito siente por la idea del doppelgänger, un reverso de uno mismo que quizá le devuelva una imagen que no le gustaría ver o conocer.
La tercera historia destacada por el mangaka es Sueños largos, una de las que más poso moral y filosófico tiene tras de sí, a pesar de tener un componente aparentemente material. Una chica ingresada en un hospital con un miedo atroz a morir asiste a la aparición de una persona de aspecto demacrado a la que llama “la parca”. Esa persona no es ningún ser sobrenatural, sino un paciente que tiene una dolencia especial. El Dr. Kuroda es quien presenta tanto a uno de sus colegas como a todos los lectores el caso de Mukoda Tetsurou, una persona que lleva ingresada un par de meses y que asegura sufrir sueños cada vez más largos, a pesar de que sus ciclos de sueño parecen totalmente normales. Subjetivamente, Mukoda dice sentir que duran cada vez más, temiendo que uno de ellos pueda ser eterno, con lo que jamás volvería a despertar. Los efectos de la misteriosa enfermedad de Mukoda se reflejan en su físico, su lenguaje y su memoria, cada vez más afectados. Un último sueño, velado por el doctor, acaba con el paciente esfumándose, dejando tras de sí cenizas y unos extraños cristales que tenía en el cerebro. Estos cristales serán usados por el doctor Kuroda, devenido en mad doctor – como lo es Koyanagi en Gyo, otra de las obras largas de Ito – en un experimento para buscar la inmortalidad a través de los sueños. Esta historia nació en la época de estudiante del autor, cuando escribió un microcuento en el cual había una máquina que provocaba sueños eternos a personas moribundas. El instante que duraba ese sueño era percibido como eterno para quien fuese conectado a dicha creación.
La siguiente en la lista es El misterio de la falla de Amigara, que apareció en el año 2.000 y que en España puede leerse en la versión integral de Gyo. Un terremoto saca a la luz una falla en la que hay muchísimos agujeros con forma humana. Miles de curiosos se acercan al lugar, en el que las autoridades tratan de sacar algo en claro con escaso éxito. Ohwaki, el protagonista, asiste como uno más de esos turistas y es testigo de un espectáculo ilógico. Al parecer, cada agujero tiene unas medidas diferentes, perfectas para que encaje determinado individuo. Cada persona que ha viajado hasta el epicentro del terremoto busca su propio agujero, y muchos se introducen en ellos para no volver. Es como una llamada que no puede ser ignorada. El agujero con forma humana es una frontera entre dos lados, aunque deja una sensación muy física, tal como se muestra al final de la historia.
La última obra elegida por Ito es El muerto enfermo de amor, que es autoconclusiva, aunque de una extensión mayor que todos sus Relatos terroríficos. Quizá su mayor diferencia respecto a estas otras historias es que aquí sí hay clímax, y además es positivo. En ella hay dos elementos fundamentales: un cruce de caminos y una predicción ofrecida por un misterioso personaje, muy similar físicamente a Ryusuke Fukada, el protagonista que trata de parar la ola de muerte que se cierne sobre todas aquellas chicas y mujeres que se adentran en el callejón a pedir consejo al “chico guapo del cruce”. Esta extraña aparición, a medio camino entre el oráculo y el fantasma, lanza mensajes crueles a sus víctimas, que presas de la desesperación deciden acabas con sus vidas. En su pugna contra ese doppelgänger, Fukada se convierte en otro oráculo, aunque esta vez positivo, que trata de contrarrestar la fatal influencia de esa sombra que parece salir de la nada.
Se podrían citar muchas más. Quizá los lectores de Ito que lean estos párrafos habrían elegido otras, o quienes se acerquen en el futuro al nipón hagan lo propio y elaboren sus propias listas. Si tienen interés por el universo creado por el mangaka, desde aquí se recomienda la lectura de sus tomos recopilatorios, o el anime Junji Ito Collection, emitido en 2018 y que recoge, en formato episódico, algunas de sus creaciones más influyentes. El terreno animado ha sido fértil en el último lustro en cuanto a las adaptaciones de las obras de Ito. En el 2023, 20 de sus historias se animaron para Netflix en Junji Ito Maniac: Relatos japoneses de lo macabro gracias a Studio Deen. El intento más reciente – y poco afortunado, por desgracia – de adaptar su obra al formato animado ha sido la miniserie Uzumaki, estrenada en la plataforma de HBO el pasado 2024.
Buena parte de las historias del mangaka nipón fueron de nuevo compiladas por ECC Ediciones durante 2023 y 2024, dentro de una colección conocida como Junji Ito, Terror Despedazado, concentrada en diversos bloques temáticos. Debo confesar que no me hice con ninguno de esos volúmenes, por la sencilla razón de que ya tengo en mi poder todas las ediciones originales. Esa fue la última intentona editorial española por dar a conocer a Ito al gran público, coincidiendo con la aparición de Junji Ito Maniac. Veremos qué pasa en el futuro con la licencia, pero aventuro que no tardaremos mucho en tener noticias. Mientras tanto, y como dije arriba, mi intención es reseñar el volumen dos de los Relatos terroríficos de Ito en la siguiente entrada. La razón: seguir desarrollando una de las obsesiones que compartimos: la del omnipresente doppegänger.
Félix Ruiz H.
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