Castlevania: la misión del clan Belmont


 

En nuestra anterior entrada hablamos sobre algunos de los rivales más encarnizados que ha tenido Drácula en el mundo del cómic. Esta vez haremos lo propio, pero adentrándonos en una saga de videojuegos que cuenta con casi cuatro décadas a sus espaldas, adaptaciones animadas y colaboraciones en otros medios. Con la segunda temporada de Castlevania: Nocturne en el horno, es momento de presentar al Clan Belmont, quienes pueden jactarse de ser una gran saga de cazavampiros y otras entidades sobrenaturales, además de grandes conocedores de lo oculto.

Creada y desarrollada por Konami desde 1986, Castlevania pasó por Famicom Disk System y MSX2, para después dar el salto a NES (Nintendo Entertainment System), Super Nintendo, Sega Mega Drive, Xbox o Playstation, solo por nombrar algunos de los hardwares por los que han desfilado sus múltiples continuaciones. Muchos de ellos impregnados por un ambiente oscuro, con el horror gótico muy presente.

En todos ellos, de una forma u otra, la figura de Drácula está muy presente. Aunque no siempre es el antagonista de las diferentes historias, al menos es mencionado o tiene alguna participación en ellas. Aunque, en este caso concreto, el rey de los vampiros tiene un trasfondo muy distinto al del libro de Stoker. Hay varias líneas temporales a tener en cuenta y muchos sucesos que pueden o no ser considerados canónicos dentro de la larga saga. En una de ellas, que se narró en Castlevania: Lament of Innocence (Playstation 2, 2003), Drácula no es ningún conde valaco ni nació en el siglo XV, sino que su venida al mundo tuvo lugar varias centurias antes, en la segunda mitad del siglo XI. Su nombre era Mathias Cronqvist, y su trágica vida marcó su posterior enfado con Dios. Aunque, incluso en estas crónicas tangenciales, suele estar relacionado con la familia Belmont. En este caso concreto, con el primero de ellos, Leon.

Para quienes saben algo de la saga es innegable que, ya sea como Vlad Drácula Tepes o como Mathias Cronqvist, el antagonista del clan Belmont es un gran conocedor de la alquimia, llegando a superar a todos los grandes maestros conocidos. Poseyendo los secretos de la transmutación y conociendo de primera mano la posibilidad de alcanzar la inmortalidad, hizo uso de la denominada Piedra Carmesí para lograr sus fines. Esta reliquia, muy apreciada por los vampiros, es capaz de otorgar a su dueño el control de la que es quizá la entidad sobrenatural más importante y poderosa de toda la saga: la mismísima Muerte. Esta, además de obedecer las órdenes del propietario de la Piedra, permite que el mismo absorba las almas de cualquier vampiro inmolado, añadiendo su esencia – y, con ello, su poder – al suyo propio.

Como algunos podréis presuponer, Drácula no es el primer vampiro, ni mucho menos. Aunque sí que logró ser el más respetado y temido, bien por sus conocimientos o bien por su fuerza y brutalidad. Gobernando con mano de hierro a sus congéneres, su ciencia pudo hacer mucho bien a la Humanidad. Pero, por el contrario, decidió usarla para perpetuarse en el mando y crear todo un ejército de criaturas antinaturales que estuviesen a su servicio. No conformándose solo con un dios como la Muerte entre sus filas, a lo largo de los siglos enroló en ellas a otros vampiros, demonios menores o creaciones artificiales de todo tipo. En la línea alternativa ya comentada, el por entonces inmortal Mathias consiguió ser el Rey de la Noche gracias a la muerte de otro gran vampiro, Walter Bernhard, poseedor de otro tesoro ancestral de su raza, la Piedra de Ébano. Este Walter fue asesinado por Leon Belmont, siendo el alma del vampiro asimilada por Mathias.

Para entonces, Leon Belmont ya tenía en su poder el arma más poderosa de toda la saga y aquella que tanto temor causaba a todos los seres de la noche: el látigo Matavampiros, o Vampire Killer, con el cual acabó con Walter Bernhard. Este látigo es otro de los muchos objetos de poder que pueblan las entregas de la saga de la popular franquicia, y se cuenta que fue bendecido con el poder de destruir vampiros y otras criaturas de la noche sin necesidad de atravesar el corazón con una estaca, como usualmente se cuenta en multitud de leyendas e historias populares.



Y ya que hemos mencionado a Leon Belmont, primer exponente de la familia en combatir a Drácula y sus huestes, sigamos recorriendo su recorrido a lo largo de toda Castlevania. La información aquí recopilada puede ser conocida a cuentagotas a lo largo de los diferentes juegos, que – salvo honrosas excepciones – son parcos a la hora de narrar demasiado al respecto. Por suerte, tras varias décadas y muchos miles de jugadores que han superado cada enfrentamiento, hay quienes han podido poner en pie una cronología más o menos coherente. Así que aquí vamos a seguirla, como puerta de entrada a un universo transmedia que sobrevive a pesar de Konami, que de forma inexplicable no explota su creación como merece.

A pesar de existir desde el siglo IX, los Belmont no hicieron suya la misión de destruir a todas las criaturas de la noche hasta finales del siglo XI, cuando el ya mencionado Leon Belmont se enemistó con Mathias-Drácula y juro proteger Transilvania de la oscuridad impuesta por el vampiro.

Sin embargo, hay otro precedente en cuanto al origen de la tradición familiar. En la denominada como “línea principal” de la saga, que no tiene en cuenta el enfrentamiento entre Leon Belmont y Mathias Cronqvist, fue Sonia Belmont quien propició que su familia dedicase su vida a acabar con el mal. Nacida en un remoto pueblo de Transilvania, la entonces joven Sonia tuvo un encuentro fortuito con Alucard, con quien entabló un fuerte vínculo.

Quizá por esto, o por otros motivos que se desconocen, la mansión familiar de Sonia Belmont fue atacada por seres de la noche al servicio de Vlad Drácula Tepes. En esta continuidad, la motivación del vampiro no era el hastío de la vida o el ansia de poder, sino una de las emociones más primitivas de cuantas existen: el odio. Un odio cerval que nació tras la muerte de su esposa, la única persona que le hizo creer en las bondades de los seres humanos. Ambos tuvieron un hijo, un híbrido al que la gente dio el nombre de Alucard, capaz de vivir a la luz de Sol, pero dotado de gran fuerza y agilidad. La venganza consumió las escasas buenas intenciones que Drácula pudiese tener para con los humanos, iniciando una campaña de conquistas que pretendían subyugar a todo rey, noble o campesino con un corazón palpitante y vivo.

El abuelo de Sonia guardaba en la mansión familiar una vieja reliquia, un arma bendecida por Dios y capaz de combatir a los sirvientes del mal. Ya sabéis a cuál nos referimos. Herido de muerte, el anciano entregó a su nieta esta herramienta, dando por iniciada la cruzada contra Drácula, quien se parapetaba tras los muros de su mítico castillo. Contra todo pronóstico, Sonia Belmont logró vencer al conde, iniciando el primer periodo de paz que Transilvania y los territorios cercanos conocieron en mucho tiempo. Una vez lograda la proeza, Sonia prometió que tanto ella como sus descendientes velarían por el bien de los lugareños, aunque el precio fuese perder sus vidas.

Alucard, por su parte, quedó tan entristecido que decidió confinarse dentro de un ataúd de cristal. Había perdido a sus dos progenitores, y además fue testigo impotente de las terribles acciones llevadas a cabo por su padre. Sabedor de que ninguna muerte de Drácula era absoluta y definitiva, descansaría lo suficiente para calmar los deseos de venganza de los lugareños y esperaría una nueva ocasión para demostrar que la sangre no tiene por qué ser vector de transmisión de una maldad intrínseca.



Sonia tendría descendencia, y esa segunda generación de cazadores de seres de la noche estaría comandada por Trevor Belmont. Un Trevor que protagoniza la primera serie animada de la franquicia y cuyo trasfondo parece ser una amalgama de varios otros miembros de su clan. Sea de una forma u otra, intentemos poner más de todo este asunto en pie.

Las posteriores generaciones acapararon tanta influencia y poder que, a pesar de que en un primer momento fueron apoyados y respetados por las gentes de sus alrededores, luego fueron temidos. Se desconoce cuando comenzó esta animadversión, pero la misma estalló antes del siglo XV, cuando Drácula desató su más cruenta guerra contra toda la humanidad. Este es el mismo punto de partida que los más profanos en esta materia pueden observar en la serie animada homónima estrenada por Netflix hace unos años, creada por Warren Ellis y Sam Deats, en la que Trevor Belmont es un paria que vuelve a abrazar la misión sagrada de su familia con la ayuda de la predicadora y maga Sypha Belnades y el medio vampiro Alucard. Precisamente, el papel de la maga sería crucial en el posterior debate de si algunos de los miembros de la familia Belmont poseían poderes mágicos de cuna. Pero eso supondría ir por derroteros que ahora mismo no proceden. La pista está ahí y es muy clara.

El referido destierro – quizá forzoso, eso no está del todo claro – se debió sobre todo a la acumulación de conocimientos. Cada generación de los Belmont obtenía el legado de sus antecesores, y sumaba sus propios conocimientos, armas, estrategias e influencias a las ya cimentadas. Hemos de suponer que los recelos y las ansias de poder hicieron mella en otras grandes familias transilvanas, que se encontraban en medio de un débil equilibrio entre los cazadores y Drácula, que por otra parte pasaba grandes tiempos de letargo cada vez que era enfrentado y debilitado por sus enemigos.

Esos ciclos son otra gran piedra angular de la saga. Si bien no es canónico en todos los eventos de este largo periplo, se suele aceptar que Drácula pasa en estado de letargo varias décadas antes de volver de nuevo. A veces, estos periodos de paz alcanzan casi un siglo. Pero, de una forma u otra, el Rey de la Noche resurge para diezmar a los transilvanos y a aquellos que se encuentren en los alrededores de su ancestral y mágico castillo, capaz de cambiar de forma y de lugar gracias a los conocimientos alquímicos y mágicos del vampiro.

No vamos a narrar las peripecias de Trevor Belmont, pues en ellas se centra buena parte de la acción de la reciente serie animada, que a buen seguro supondrá un campo de estudio que centrará numerosas entradas en el futuro, sino que nos conformaremos con decir que la familia fue aceptada de nuevo en su ancestral hogar y permaneció allí hasta un momento indeterminado del siglo XIX, cuando desaparecieron de forma misteriosa.

Con cada generación y cada regreso del conde, la familia se enfrentó a Drácula y consiguió pararle los pies. Por desgracia, y valiéndose de diferentes artimañas y de su dominio sobre la Muerte, el antagonista siempre lograba regresar. Al menos, hasta los albores del siglo XXI, cuando un reaparecido Julius Belmont recuperó el látigo Matavampiros de manos del clan Morris – quienes lo habían custodiado durante un buen tiempo – y dio muerte aparentemente definitiva a Drácula. Aunque, como ya hemos comentado, este extremo puede no ser más que una quimera.

Hasta aquí esta escueta presentación de otra gran saga de cazadores de monstruos – y, por añadidura y en menor medida, estudioso de lo oculto – presentes en diferentes medios artísticos. Como ya se ha dejado entrever, Castlevania es una saga con un enorme potencial, que sin embargo se vio menguada por culpa de la sobreexplotación que vivió durante un tiempo. Sin embargo, Warren Ellis y Sam Deats han sabido sacarle jugo y revitalizarla con el lanzamiento de dos series animadas de gran calidad, en la que casi todos sus personajes brillan con luz propia. Por desgracia, no parece que los dueños de la propiedad intelectual tengan intención de continuar con la misma en los videojuegos, a pesar de que sería muy sencillo y rentable a nada que hagan algo que tenga un mínimo de mimo.

Con su cuadragésimo aniversario a las puertas, es el momento perfecto para dar un giro de timón y cambiar eso. Este asistente seguirá poniendo su granito de arena para que esta legendaria saga llegue a cuanta gente esté a mi alcance.


Félix Ruiz H.






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