Pierre d’Artois contra los afreet


 “El monstruo era una forma de pensamiento, proyectada en el plano físico, y cuando desorientaste a dos o tres de ellos con tanta habilidad, la concentración se interrumpió.”

Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. En esta ocasión, vamos a viajar hasta la antiquísima ciudad de Bayona, escenario en el que por norma general se producen las aventuras de otro mítico personaje de los incontables que aparecieron en Weird Tales. Edgar Hoffmann Trooper Price creo en 1926 al sabio y aguerrido Perre d’ Artois, adalid francés contra las fuerzas oscuras, que en The Return of Balkis – abril de 1933 – se enfrentó, entre otras cosas, a una amenaza informe creada mediante el pensamiento colectivo.

Recientemente, Los libros de Barsoom ha reeditado el ciclo completo del personaje en un solo volumen, titulado La cripta del Diablo: las horripilantes aventuras de Pierre d’Artois. En él, el intrépido francés se adentra en los rincones más oscuros y ocultos de la ciudad fronteriza para enfrentar a multitud de peligros mundanos y a otros de mucho más allá.

Sí, queridos lectores: este guerrero se encuentra cara a cara con lo sobrenatural en multitud de ocasiones, en tramas en las que hay ciertas claves maestras. En la mayoría hay taumaturgia, sectas orientales, mujeres que por alguna razón son manipuladas y “desdobladas” y un narrador amigo de Pierre, bien sea este Landon, Davis Barret o Glenn Farrell. Varios de ellos, por cierto, han aparecido en otras historias de Hoffmann, escritor prolífico del género pulp.

La lucha sin descanso de este personaje contra el mal le lleva incluso a atravesar el gran charco atlántico en alguna ocasión, siempre en persecución de algún mal. Pero, insistimos, la gran protagonista de sus aventuras es Bayona, en el suroeste de Francia. Hoffmann Price la retrata como un lugar repleto de bóvedas, pasadizos, criptas y sectarios de todo tipo. Conocedor de los orígenes del lugar – pues sabía que fue fundada en sobre las ruinas de un antiguo castrum romano –, usó esos conocimientos para dar un trasfondo esotérico al emplazamiento. Pocas ciudades, reales o imaginarias, concentran tal cantidad de amantes de lo oculto entre sus rincones. Muchos de ellos, con intenciones nada buenas.

El Retorno de Balkis, la historia que nos ocupa hoy, comienza con un dilema que Pierre plantea al narrador. Uno que sirve como punto de partida para toda la aventura: ¿qué sucedería si dos mujeres intentasen ocupar el mismo cuerpo?

En un planteamiento que suele repetirse en más de una ocasión a lo largo del ciclo, los lectores encontrarán a una mujer con un problema muy serio de identidad. En este caso, se trata de Madeleine Delorme, hija de un viejo amigo del veterano maestro de esgrima y conocedor de secretos esotéricos. Según explica Pierre, la personalidad de Madeleine se estaba dividiendo por culpa de un intruso ajeno a nuestra realidad.

La propia mujer explicaba que en ocasiones se sentía expulsada de sí misma, como si otra persona quisiera hacerse con el control de su cuerpo. Lejos de ser algo debido a un problema mental, d’Artois estaba convencido de que el mal tenía un origen arcano, por lo que decidió hospedar a la joven en su propia casa para observarla mientras dormía. Pues era en los trances oníricos cuando el invasor podía hacerse presente.

Efectivamente, Pierre y el narrador pudieron observar cómo una débil neblina presente en la habitación de Madeleine cobraba forma tangible y se convertía en una mujer excepcionalmente bella.

Llevaba en la cabeza una alta diadema labrada con belleza. Al girarse para ponerse frente a nosotros, vi que tenía los rasgos hermosos con una belleza malévola. La sonrisa era una burla curvada y siniestra. Los labios se movían, pero no pude distinguir ningún sonido.”

Mientras la joven se debatía en sueños, Pierre reconoció a aquella difusa figura femenina como Balkis, Reina de la Mañana, una presencia conjurada por un nigromante que tenía como objetivo poseer el cuerpo de Madeleine, desplazando a la misma en el proceso a algún lugar más allá de la frontera de la muerte.

He aquí otra de las grandes claves del ciclo del guerrero francés: las apariciones conjuradas por alguna mente maestra. En el caso de Balkis, se trata de una antigua reina de un reino perdido procedente de Asia. Madeleine había sido elegida como nueva receptora del espíritu de Balkis, que sería devuelto a la vida tras veintiocho siglos acompañando a los muertos. Aquello, sin embargo, no era algo voluntariamente pretendido por la entidad, sino por alguien que deseaba traerla de vuelta al mundo con misteriosas intenciones.

Durante las siguientes sesiones de vigilancia, la típica amenaza física y tangible se hace presente ante nuestros protagonistas, que se baten en duelo con multitud de enemigos iracundos y armados con armas blancas hasta los dientes. Estos atacantes buscaban llevarse a la chica, y no descansarían hasta lograrlo. Pero, para ello, debían detener a d’Artois, y eso es algo tremendamente complicado. Maestro espadachín sin igual, Pierre era capaz de enfrentar a varios enemigos a la vez. Su fama traspasa fronteras, como tendremos ocasión de comprobar en futuras entradas del blog.

En cuanto al asunto de Balkis, Pierre necesitaría ayuda externa para enfrentar a quienes conspiraban para traerla de vuelta a la vida. Por ello, hace llamar a un derviche sagrado llamado Nureddin. Anciano, sabio, miembro de una fraternidad sufí de carácter ascético y antiguo colaborador del francés. Etimológicamente, derviche proviene del francés derviche, este a su vez del turco derviş, y este del persa darvīsh, que se podría referir al término ‘pobre’ o ‘errante’.

Hoffman parecía sentir debilidad hacia todas las manifestaciones del misticismo asiático, sobre todo los de origen musulmán, en todas sus facetas. Usaba a personajes afines a estos movimientos tanto para ejercer de apoyo – como en el caso de Nureddin – como para convertirse en las amenazas físicas y mentes pensantes tras los seres sobrenaturales que acechaban a d’Artois.

Nureddin venía acompañado de varios guerreros salvajes, como él mismo los denominaba. Juntos todos ellos, tratarían de salvar el alma de una Madeleine cada vez menos dueña de sí misma. Los asaltantes volverían a atacar, pero esta vez habría muchos más contrincantes a los que enfrentar. Sin embargo, ninguno de los presentes contaba con la aparición de una entidad diferente.

Sería el narrador, Landon, quien se encontraría cara a cara con el horror mientras custodiaba los sueños de Madeleine. Lo que aparentaba ser una densa nube cubrió la Luna, y luego se acercó decididamente desde el exterior a la habitación que el americano protegía. Dejo que sea el propio Landon quien describa aquello:

Miré hacia la ventana y vi lo que no había oído. Luego me pregunté si realmente lo vi. Aquello que observaba entre las fuertes barras de acero de media pulgada era algo que no podía existir. Era una abominación y un ultraje repugnante… esa presencia amorfa de color gris pizarra, cuyas cuatro manos deformadas agarraban el alféizar. Fue su avance silencioso y no una nube lo que oscureció la Luna.

El hedor reptiliano de la criatura me asfixiaba y sus ojos malignos me paralizaban. […] Era traslúcido a la luz de la Luna; y a pesar de su prodigiosa fuerza, parecía insustancial y sin forma. Era una inmundicia de esos abominables abismos, llegando para hacer la voluntad de aquel que había resucitado y esclavizado a la muerta Balkis.”

El intento de Landon por protegerse fue inútil. Aquello se iba a llevar a Madeleine hacia algún oscuro y oculto lugar de Bayona, por lo que el narrador decidió agarrarse a la joven en un acto desesperado, para así ser llevado con ella por la criatura. Sabía que el informe ser no le haría daño a la chica, sabiendo que ella era el receptáculo del espíritu de la antigua reina árabe.

Así, una vez más dentro del ciclo de aventuras de Pierre, la acción se traslada a un enclave probablemente subterráneo. Figuras encapuchadas, incienso, música extraña y armoniosa… Todos los clichés orientales a los que recurre Hoffman se hacen presentes. Aquel grupo de sectarios pretendía acabar un extraño ritual con el que devolver a la vida a Balkis, haciendo de paso que Madeleine quedase atrapada para siempre en la muerte mientras su cuerpo aún estaba vivo. Un destino terrible, pues su alma sería separada de su cuerpo mientras éste era entregado a una nueva huésped.

Sabiendo que d’Artois y sus aliados acabarían encontrando el escondite del grupo, el líder y su segundo al mando ordenaron al resto de los sectarios presentes que comenzasen con un rito de manifestación. Así, muchos hombres envueltos en túnicas comenzaron a entonar un ensalmo al ritmo de tambores. ¿Qué pretendían? Pues ni más ni menos que volver a manifestar a la criatura que atacó a Landon en casa de Pierre.

Aquello era un tulpa, una manifestación mental creada mediante la concentración y la voluntad de los presentes en aquella sala. Aunque Hoffman no lo denomina así en ningún momento, en esencia es ese ser procedente del misticismo budista que ha sido reimaginado y adaptado por los teósofos a principios del siglo XX y por los estudiosos de la memética y el folklore moderno en este siglo XXI.

Haciendo hincapié en este sentido, esta entidad aparecida en 1926 en Weird Tales sería algo que esencia sería lo mismo que hoy se viraliza en multitud de Creepypastas de Internet. Recuperando mis propios escritos en Misteriored, os ofrezco algún dato sobre las mismas. Tanto para los que ya conozcáis el término como para los que no, os diré que se trata de la conjunción de dos vocablos ingleses, en este caso ‘creepy‘, tenebroso o siniestro, y de ‘pasta‘, una suerte de alteración del verbo paste, pegar. Se trata de historias, en su mayoría cortas, que se copian y se pegan sin control en foros, webs y redes sociales de todo el mundo, y cuyo objetivo es asustar a quienes las leen.

Estos relatos se divulgan como hechos totalmente reales, y versan sobre asesinatos, experimentos o eventos paranormales. Todos buscan lo mismo, y eso no es otra cosa que ser repetidas en la mayor parte de lugares de la red posibles, llegando a ser algunas la evolución de las leyendas urbanas que tan famosas se hicieron a finales del pasado siglo.

Una de las cosas que más sorprenden de las Creepypastas es que tanto las historias como los personajes que las pueblan mutan, al igual que lo hacían en las leyendas urbanas. El relato oral ha dado paso a la contribución de miles de usuarios de Internet, dando cada uno un toque novedoso a determinados relatos, logrando con ello que los mismos evolucionen. Si ya de por sí hemos de considerar este fenómeno como la evolución lógica de las leyendas urbanas, también lo es el hecho de que usuarios anónimos puedan añadir detalles a estas creaciones. Es lo que se denomina el elemento colectivo, vital ya que el ser, la criatura, la historia, no se crea con un solo ego dándole forma, sino como una acción colectiva.

Precisamente ese elemento colectivo es lo que lleva a las comunidades de tulpamantes existentes en foros de Reddit o en una amplia red de servidores de Discord a creer que son capaces de manifestar en el plano físico de alguna forma a seres como Slenderman, tristemente célebre en la pasada década. Mediante la creación, transformación y repetición de estas historias, estas comunidades pretenden hacer lo mismo que los teosofistas pretendían hacer con las formas de pensamiento o los budistas tibetanos con los cuerpos emanados. La base es idéntica, mientras es la forma y el “soporte” lo que varía.

Casi un siglo después, el elemento pretendidamente sobrenatural tras la manifestación del ser denominado por los acompañantes salvajes de Nureddin como afreet – término que hace referencia a Ifrit o a los afrit y efreet, asociados al inframundo islámico – ha sido reconvertido por el esoterismo occidental primero, y por la sociedad digital después, para hacer referencia a entidades dependientes del pensamiento individual y colectivo para existir de alguna forma. Siendo objetos de estudio y debate debido a sus supuestas preexistencias previas a sus apariciones en las mentes de aquellos que pretenden dotarles de una forma física, los tulpas son un fenómeno que sigue muy de moda en determinados círculos.

En el caso de El Retorno de Balkis, los sectarios crean a criaturas informes con la fuerza de sus pensamientos, dotándolos de un claro objetivo. El primero de ellos, el que se manifestó frente a Landon, solo tenía la misión de raptar a Madeleine y llevarla hasta la guarida del grupo. El segundo fue creado para asesinar a Pierre, Nureddin y sus guerreros. Descrito por el narrador como una blasfemia, ni reptil ni bestia, era una amenaza plenamente física que solo pudo pudo ser frenada cuando Landon se enfrentó a varios de aquellos que lo conjuraron.

Según estableció Hoffman, si aquellos que están concentrados en esa forma-pensamiento pierden la concentración, la criatura puede ser debilitada y eventualmente asesinada. Siendo un relato pulp, plagado de licencias y clichés, hay que perdonar al autor cuando acaba con una amenaza tan terrible de forma tan tremendamente simple como se lee en la historia. No terminaré de narrar esta parte ni el destino que le depara a Madeleine, para así animar a los lectores a hacerse con el volumen de Los libros de Barsoom.

Tanto éste como el resto de historias del ciclo son atractivos si son leídos en pequeñas dosis, como lo está siendo en mi caso. La atractiva Bayona, las aventuras del viejo Pierre, sus estudios sobre el más allá e incluso sus pequeñas incursiones dentro de algo parecido al horror cósmico son una delicia. Más pronto que tarde volveremos a adentrarnos en las horripilantes aventuras del espadachín francés, coetáneo del también insigne detective galo Jules de Grandin. 










Comentarios

Entradas populares de este blog

Objetos de poder: el bastón que N’Longa regaló al puritano Kane

El Cuerpo del Deseo y la licantropía según el doctor Silence