La noche en que Josie Harper murió… ¿a manos de Blade?

 


La lectura de la Biblioteca Grandes del Cómic dedicada a Drácula está resultando ser muy estimulante. Terror, acción, suspense, drama, amor, o venganza van de la mano y son suministradas en dosis suficientes para que el lector no pueda parar. Centrada sobre todo en Tomb of Dracula y, por ende, en el vampiro más famoso de la historia, entre sus personajes principales hay otro que destaca sobre los demás. Se trata del cazavampiros Blade, un justiciero habilidoso que, sin embargo, a veces se deja llevar por su ímpetu. Tanto que, en una ocasión, creyó haber matado a una niña humana. ¿Se entregaría a las autoridades?

Siguiendo la andadura de la serie de terror publicada entre abril de 1972 y agosto de 1979 – y que estoy ojeando a fondo en la edición que en España vio la luz entre 2002 y 2004 en 19 tomos de manos de Planeta DeAgostini – me estoy topando con múltiples sorpresas que no esperaba encontrar, aunque cierto es que apenas me había informado previamente sobre ella. La más grata tiene que ver con el grupo de cazavampiros liderados por nada más y nada menos que Quincy Harker, aquel hijo del matrimonio formado por Mina Murray y Jonathan Harker que era mencionado al final de la obra de Stoker y que recibía su nombre en honor de Quincey Morris, uno de los verdugos de Drácula.

El variopinto equipo estaba formado, entre otros, por Frank Drake – descendiente directo del conde –, Rachel Van Helsing – también descendiente del gran sabio Abraham Van Helsing – o el indio mudo Taj, cuyo hijo fue infectado por el mal del vampiro por Drácula años atrás. Tiempo habrá para escribir largo y tendido sobre ellos. Pero en esta entrada quería centrarme en un personaje que se unió a aquella compañía de cazadores, pero que tendría un peso mucho mayor de ahí en adelante. Creado por Marv Wolfman y Gene Colan, Blade estaba destinado a brillar con luz propia.

Desde su primera aparición en Tomb of Dracula #10 (julio de 1973), quedó claro que el chulesco y llamativo Blade no iba a ser un secundario más. Wolfman lo tenía muy claro desde el principio. Funcionó tan bien que casi protagonizó varios números en aquella serie, ya que funcionaba genial como antagonista de Drácula y de cualquier grupo de vampiros. No se ha de obviar que Wolfman era el editor de la línea de magazines de Marvel cuando lanzó al personaje por primera vez. Blade encontró su propio hueco en una historia en dos partes que fue iniciada en Vampire Tales #8, en la que se enfrentaría a la Legión de los Muertos, una organización vampírica que le causaría grandes problemas. Un arco argumental que culminaría en Marvel Preview #3, en septiembre de 1975, de manos de un guionista muy joven en el que recayó la responsabilidad de llevar al aguerrido y deslenguado experto en cuchillos a otro nivel de complejidad.

Curiosamente, la mayoría de historias que Blade tuvo en solitario no fueron guionizadas por su creador, sino por alguien que empezaba a labrarse una carrera dentro de la Casa de las Ideas, y ese no era otro que Chris Claremont. Actor frustrado, escribió varios guiones como freelance hasta que, en pleno 1974, Wolfman le ofreció el puesto de Editor Asistente dentro de los magazines de terror de Marvel, donde probó con creces su valía y se labró un futuro que luego le uniría a personajes tan destacados como los X-Men.

Antes de meternos de lleno en esa lucha contra la Legión de los Muertos, hagamos un ligero repaso de lo que ya se sabía hasta entonces de Blade. Londinense de nacimiento y criado en el burdel de Madame Vanity, tuvo contacto con el vampirismo incluso antes de su nacimiento. Su madre, prostituta en aquel burdel, fue víctima de un chupasangre de pelo blanco – que luego sería revelado como Deacon Frost, interpretado en formato cinematográfico en la trilogía protagonizada por Wesley Snipes por Stephen Dorff – durante el parto, cuando este fingió ser médico. Vanessa Cross-Brooks murió aquella misma noche de 1929, pero su hijo luchó por su vida y vino al mundo, parcialmente envenenado por el mal que acabó con su madre, pero no lo suficiente para ser un vampiro al cien por cien. El chico estaba dotado de una inmunidad natural que no descubriría hasta mucho más tarde, cuando fue mordido por Drácula.

Antes de eso, y sabedor de cómo su vida se había visto tocada por la tragedia desde el principio, el joven fue entrenado por Jamal Afari, un músico de jazz y otrora cazavampiros al que se tenía por loco. Gracias a los cuidados de Madame Vanity y sus chicas y a la paciencia de Jamal, Blade se convirtió en un atleta y en promesa de la trompeta, pero también en un rebelde sin remedio. Recibiendo su apodo gracias a su gran manejo de dagas y cuchillos, el chico tuvo sus primeros enfrentamientos contra vampiros durante la adolescencia, incrementando su ego a la par que lograba victorias. Sin embargo, las tragedias regresaron cuando tanto su novia Gloria como su mentor fueron aniquilados. Este segundo, por Drácula, que obligó a Blade a tener que acabar con Jamal una vez que éste completó su transformación, proceso que finaliza tres días después de ser asesinado por la mordedura de un vampiro.



Ese encuentro marcaría para siempre a Blade, cuyo nombre real (Eric Brooks) no sería conocido por los lectores hasta mucho después. Eventualmente, el llamativo e impetuoso cazador sería contactado por Quincy Harker para colaborar con su grupo en su cruzada contra el señor de los muertos. Si bien la relación con estos compañeros era tensa, lograron convivir lo suficiente para toparse con Drácula en varias ocasiones, resultando en combates a vida o muerte. En uno de ellos, Blade fue mordido por Drácula, descubriendo así que era inmune a la ponzoña de sus colmillos. Esto sorprendió a Harker, pero también a Blade, quien se sabía más peligroso si cabía para aquellos a quien pretendía exterminar.

Una vez separado del grupo, y tras vivir otras aventuras, llegamos a esos números escritos por Claremont que supusieron el descenso de nuestro protagonista a su infierno particular. Uno de los episodios más oscuros de los que le tocó vivir en aquella primera andadura de su historia editorial. Tras un número introductorio de Wolfman, en el que la Legión se topaba por primera vez con su némesis, comenzaba la verdadera batalla.

Un pequeño grupo liderado por el vampiro Lord Anton Vierken logra domar a Blade cuando hablan de un cierto proceso de transmutación que permitiría a los vampiros cazar durante el día. Algo que, sin duda, supondría el irremediable final de la humanidad. Blade se dejó atrapar para intentar saber más al respecto, pero no pudo oír la conversación que Vierken mantenía con Marguerite D’Alescio, humana a través del cual el misterioso amo de la Legión se comunicaba con ellos. Sabiendo que no lograría sacar nada claro, el cazavampiros huyó del lugar y regresó al burdel de Lady Vanity para ser atendido y hablar por teléfono con Quincy Harker. Por desgracia, la llamada fue interrumpida por una tempestad de murciélagos que, una vez abandonaron el lugar, dejaron tras de sí un rastro de sangre y muerte que quebró una vez más la voluntad del cada vez más famoso Blade. La mayoría de las chicas murió en aquel ataque, al igual que Lady Vanity. Su madre adoptiva debía ser vengada a toda costa.

Obstinado, rehusó aceptar la ayuda del grupo de Harker, ya que los deseos de venganza podían ser mayores que la razón. D’Alescio y su amo querían a su nuevo enemigo muerto o incapacidato, algo de lo que debía encargarse Vierken. Así que este preparó un plan que requeriría de un encuentro directo con Blade en las calles. Algo sumamente sencillo, pues nuestro cazador no tenía reparos en pelear y acabar con vampiros en cualquier rincón, aunque Scortland Yard tuviese que intervenir para tapar sus huellas constantemente.

Precisamente, el Inspector Jefe Dai Thomas no era simpatizante del experto en cuchillos. En realidad, no sentía simpatía por los héroes en general, pero al menos toleraba las actividades de Quincy Harker y Rachel Van Helsing, ya que ellos colaboraban con las autoridades y habían ayudado a esclarecer multitud de casos de asesinato o desaparición. Pero con el engreído Blade era diferente. Dai sabía que alguna vez se metería en un problema del que no podría salvarle. El Inspector Jefe no sabía hasta qué punto estaba en lo cierto.

Vierken y los suyos conocían el otro punto débil del inmune a las mordeduras. Tenía nombre, y era Safron. La chica, novia del protagonista desde que le conocimos en Tomb of Dracula #10, fue secuestrada por la Legión. Marguerite D’Alescio dio la noticia al cazavampiros en el club de jazz Slow-Boy´s, obligándolo a acompañarla para así evitar la muerte de Safron. La trampa estaba tendida, y los miembros de la Legión atacaron en grupo, con Vierken a la cabeza. Iracundo y en medio del frenesí, Blade trató de matar a Vierken lanzando uno de sus afilados cuchillos de madera. Pero falló. Tras el girón de niebla al que dirigió el lanzamiento no estaba el cadáver del vampiro, sino el de una niña de doce años. El corazón de Josie Harper fue atravesado, provocándole la muerte instantánea. Ella era humana, como probaba el crucifijo que portaba alrededor de su cuello. Blade era un asesino, y debía pagar por lo que acababa de hacer.

Los atacantes habían desaparecido, siendo sustituidos por el ruido de las sirenas de las patrullas de la policía. El cazador tenía muy claro que debía entregarse, pero no hasta que diese con Safron y la pusiese a salvo. Si él no lograba hacerlo, nadie más lo haría. Por ello huyó del lugar al que Dai Thomas fue llamado poco después para que echase un vistazo a la escena del crimen y viese el filo que acabó con la vida de Josie Harper. Era uno de los que usaba el infame Blade, lo que dejaba a las claras que ahora era un fugitivo y sospechoso de asesinato.

Mientras el más buscado por Scotland Yard buscaba pistas – sin éxito, por cierto – sobre la Legión y sus oscuros objetivo en una de las casas de la rica Marguerite D’Alescio, la inspectora Katherine Fraser era sacada de la cama por Dai Thomas para que ayudase a resolver el caso de Josie. A pesar de que el cuchillo clavado en el corazón de la niña pertenecía a Blade, Thomas sabía que no era propio de él acabar con una vida humana, y solo Fraser podía brindarle la respuesta. Ella no era una persona común, como los lectores de la colección ya sabíamos. En ocasiones anteriores – muy puntuales y escasas –, Katherine dio muestras de sus poderes.



Era una lectora pricométrica, alguien con la habilidad paranormal de “sentir” el pasado de un objeto o persona, desde su creación hasta su destrucción. Era algo que no le gustaba hacer, y que siempre le dejaba una sensación de muerte y profunda tristeza en todo su ser, pero sabía que así era capaz de ayudar a los desamparados, a las víctimas o a los acusados injustamente. Y Blade era uno de ellos. Tocando el cuchillo, Katherine supo la verdad: todo fue un montaje preparado por Vierken que, aprovechando la confusión, mató a Josie. Además, la inspectora sabía todo lo referente a la Legión y el secuestro de Safron, pero no tenía pruebas físicas con las que respaldar su historia. Dai Thomas sabía que su compañera decía la verdad, pues siempre lo hacía, pero necesitaba algo más que el testimonio de una psíquica para evitar el encarcelamiento de Blade.

Avisados por un policía infiltrado, los miembros de la Legión trataron de acabar con Fraser, pero Blade acudió justo a tiempo para salvarla y, de paso, ayudarla a recabar las pruebas necesarias para probar su inocencia. Para ello, debían desentrañar el misterio tras la fórmula que permitiría a los vampiros cazar durante el día. Tras compartir con la inspectora todo el asunto de Jamal Afari y Drácula, ambos compañeros lograron infiltrarse en la casa donde residía Marguerite D’Alescio. Una vez dentro, Blade dio con Safron, que empezaba a sufrir los primeros síntomas de la transformación vampírica. Estuvo a punto de acabar con ella, aunque fuese muy doloroso, pero fue frenado a tiempo por Katherine. Safron no había sido asesinada, sino que sirvió como alimento para los vampiros durante algunos días, con lo que un tratamiento a base de transfusiones la devolvería a la normalidad y alejaría de ella el mal del vampiro. Blade nunca había acabado con una vida humana, y no lo iba a hacer entonces.

D’Alescio no estaba allí, pero sí una serie de documentos que respaldaban la existencia del desarrollo del proceso biológico que pretendían llevar adelante los vampiros. Una huida frenética por las calles de Londres acabó con la captura de Katherine y la supuesta muerte de Blade, quien cayó al Támesis a bordo de un coche. La inspectora fue trasladada a D’Alescio Hall, en el norte de Inglaterra, pues el amo de la Legión tenía planes para ella. Allí se hallaba el laboratorio principal del grupo, donde se desarrollaba el suero solar, y donde estaba las notas de la investigación y las pocas muestras existentes. Blade acabó con todo tras seguir los pasos de Fraser y sus captores, encarándose con Vierken y acabando definitivamente con él. Cuando llegó ante D’Alescio, estuvo a punto de matarla, sabedor de que daba igual ir a la cárcel por un asesinato que por dos. Katherine debió intervenir de nuevo, esta vez para decirle la verdad: siempre supo que era inocente y tenía las pruebas necesarias para refrendarlo, pues Vierken grabó un vídeo en el que mostraba a Josie Harper y a Safron secuestradas y en la casa de la millonaria en Londres. Ella sería declarada culpable de secuestro, aunque no pudiese probar que fuese la autora intelectual de la muerte de la niña.



Aceptando su derrota, la noble le dijo a Blade que todo había sido orquestado por su amo: Drácula. Aunque el desarrollo del suero no hubiese acabado con éxito, él lograría cumplir con sus objetivos, antes o después. Y, entre ellos, destacaba el de acabar con sus perseguidores. El asesino de vampiros estaba marcado, y la guerra no había hecho más que empezar…

Así acababa el pequeño arco escrito por Chris Claremont, en el que Blade debió enfrentarse a terribles pérdidas, a la sed de venganza y a la desesperación de saberse asesino de alguien inocente. Esta última, una faceta que no había sido explorada en su corta andadura y que dio gran profundidad al personaje. La intervención de la inspectora Fraser fue fundamental para el desenlace de la trama, que podría haber acabado con el joven lanzador de cuchillos entre rejas y con más de una muerte a sus espaldas. Claremont supo conectar a la perfección con la trama general de Tomb of Dracula al mismo tiempo que dotaba a la creación de Wolfman y Colan de un pasado y motivaciones sólidas. Unas bases más que interesantes para continuar escribiendo sobre Blade hasta día de hoy, cuando continúa estando muy vigente y siendo un miembro recurrente de diferentes colecciones de Marvel. Más pronto que tarde volveremos a escribir sobre él. Aunque es probable que antes lo hagamos sobre Drácula, cuya versión marvelita es un caramelo muy apetecible. Veremos...


Félix Ruiz H.





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