Objetos de poder: el bastón que N’Longa regaló al puritano Kane

 

Solomon Kane recibiendo el bastón ju-ju de manos de N'Longa. Arte de Michael Peters.



Dominado por el horror, Kane no podía hacer otra cosa que mirar: su primer adversario se había transformado en polvo cuando el bastón le atravesó.

Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Curioseando durante los últimos días en redes sociales, pude ver un anuncio de un nuevo volumen dedicado a Solomon Kane, el intrépido puritano inglés creado por Robert Ervin Howard en 1928. Gracias a ello, rememoré algunos de los momentos míticos de las aventuras del Rey de la Espada de Devon, apodo con el que el mismísimo sir Francis Drake reconocía la maestría del errante. Entre ellos, aquel en el que un mago anciano le regala un bastón capaz de obrar prodigios

Solomon Kane goza de buena salud, a pesar de haber sido uno de los personajes más olvidados de Howard. Fue su primer Héroe – con mayúscula y con sus virtudes y sus defectos – y su primera incursión en la espada y la brujería, género en el que el tejano destacó durante buena parte de su vida.

En lo que a mí respecta, tengo la edición que La biblioteca del laberinto le dedicó en 2017, aquel Calaveras en las estrellas: aventuras de un puritano inglés que aglutinó sus nueve relatos y los tres poemas escritos por Howard, junto a un prólogo de Fred Blosser, quien a su ver usó la cronología que Glenn Lord – albacea literario de Howard – elaboró para Red Shadows, la primera colección completa de las historias de Kane que vio la luz en 1968.. En la misma colección existe un segundo libro, El castillo del Diablo, donde se contienen los fragmentos inacabados de sus aventuras, versiones conclusas de los mismos y diversos pastiches. Igualmente, en el año 2021, Barsoom editó una muy buena alternativa para quienes quieran acercarse al personaje: Luna De Calaveras (La Saga Completa Del Puritano Kane), opción que reúne relatos, poemas y fragmentos, además de dos apéndices con las ilustraciones originales de Weird Tales y un Mapa con el África imposible y misterioso de Kane.

Portada del nuevo volumen de las aventuras de Solomon Kane, a cargo de Tomás Hijo.

Esta vez, tres años después, un nuevo acercamiento a Solomon está a punto de ver la luz. A cargo de Ediciones T&T, con portada del artista Tomás Hijo, prólogo de Armando Boix y dos apéndices a cargo de de Javier Jiménez Barco y Enrique Dueñas, este flamante Solomon Kane contendrá, además de los relatos originales y los poemas, el único relato de corte histórico protagonizado por Sonya la Roja que Howard escribiera en vida: La sombra del buitre.

Tenemos la suerte de vivir en una época en la que diversas editoriales dedican grandes esfuerzos en ofrecer ediciones de calidad, por no hablar de los autores que ponen lo mejor de sí para imaginar nuevas aventuras de éste u otros personas. Por ejemplo, la enorme novela que Ángel L. Chinea publicó el pasado diciembre bajo el nombre de CROATOAN: 1: Roanoke, La Colonia de la Muerte y que lleva a Solomon Kane a tierras nunca exploradas por él en las aventuras de Howard: el Nuevo Mundo.

Por todo lo anterior, quienes nos consideramos fans de la fantasía en general y de la espada y la brujería en particular debemos sentirnos satisfechos. A pesar de correr tiempos difíciles para el mundo editorial, sigue habiendo iniciativas que merecen mucho la pena.

Entrando en materia, nuestro particular objeto aparece en varios de los relatos de Kane, interesándonos particularmente en esta ocasión su primera mención, que tiene lugar en Las colinas de los muertos (Hills of the Dead, publicado originalmente en agosto de 1930 en Weird Tales). Según el posible orden de lectura ofrecido en Calaveras en las estrellas, este relato sería el séptimo de los doce escritos completos de Howard.

A pesar de que N’Longa aparece previamente durante el periplo errante de Kane – Sombras Rojas, agosto de 1928 – no es hasta Las colinas de los muertos que le da un regalo al que considera su “hermano de sangre”. Ya en aquel primer encuentro, cuando ambos habían sido apresados por una tribu salvaje y por Le Loup, antiguo enemigo del puritano, N’Longa había exhibido sus prodigiosos dotes mágicos, reanimando el cuerpo inerte de un cadáver enemigo para atacar a sus captores. No lo convirtió en un zombi al uso, sino que trasplantó temporalmente su propia alma hasta ese recipiente muerto.

Aquello turbó sobremanera a Kane, para quien cualquier acto mágico era poco menos que obra de Satanás. Él, como creyente fervoroso y combatiente del mal, debió debatirse entre su instinto de supervivencia y su defensa de lo que consideraba una causa justa. Circunstancialmente, eligió apoyar a N’Longa, cosa que a la larga tuvo consecuencias positivas para su particular cruzada.

Tiempo después, en ese continente africano mágico y lleno de misterios que tanto llamaba a Kane, ambos se reunieron a la luz de un poderoso fuego, alimentado por ramitas que el mago no paraba de arrojar al centro de las llamas. Solomon reconocía abiertamente que el país de N’Longa era un lugar temible y lleno de tinieblas, pero la llamada de la selva era más poderosa que el miedo que el inglés pusiese sentir.

El viejo mago decía ser sacerdote del denominado como Dios Negro, que le otorgaba parte de sus capacidades. Sabiendo que Kane tenía la intención de adentrarse en las espesuras selváticas que les rodeaban, el anciano decidió hacer un regalo muy especial a su amigo. Tras un encantamiento que llevó al puritano a un estado alterado de conciencia, el hechicero le mostró “un bastón largo, de madera curiosa”. Ese bastón estaba labrado de forma peculiar y uno de sus extremos acababa en punta: era el bastón ju-ju, que contaba con propiedades extraordinarios que Solomon descubriría paulatinamente.

Además de poder usarse como arma, el bastón tenía una particular conexión con el hechicero. Para poder contactar directamente con él, Kane debía tumbarse boca arriba, con el bastón cruzado en su pecho, e intentar dormirse. De esa forma, N’Longa podría viajar a través del mundo onírico para interesarse por la situación.

La desconfianza de Solomon hacia un objeto que consideraba diabólico no pudo más que su vena aventurera. Junto a su mosquete y su espada, se llevó consigo el bastón. Más adelante le esperaba una aventura digna de un héroe como él. Pronto topó con una joven que huía de un gigantesco león. Tras ayudar a la joven descubrió que su nombre era Zunna y que provenía de una aldea cercana. Kane, políglota curtido por sus incesantes viajes, no tuvo dificultades para comprender lo que la chica quería decirle.

De esa forma también pudo atestiguar su temor a pasar la noche en alguna de las cuevas que horadaban las colinas circundantes. A pesar de las reticencias, ambos acamparon en una de ellas, momento en que Kane se topó con dos enemigos inesperados: dos hombres aparentemente muertos y virtualmente invulnerables a ,os feroces ataques del inglés, que atacaron salvajemente con una fuerza por encima de lo común y con uñas extremadamente afiladas. Tras una intensa refriega y haciendo un ejercicio de pura fuerza voluntad, Solomon logró acabar con ambos. A uno de ellos lo ensartó con el bastón ju-ju, que tuvo un efecto inesperado y devastador en la criatura: hizo que se deshiciera como si fuese polvo.

Zunna relató algunas viejas historias de su tribu e hizo saber a Kane que aquellos muertos eran una plaga en aquellas tierras, atacando a humanos y animales por igual. Únicamente temían al fuego, pero Kane descubrió que el bastón podía acabar con ellos, algo que la joven resaltó como un acto prodigioso. Consideraba a Kane como una suerte de dios, extremo que el puritano negó al instante.

Sabiendo que aquel peligro de más allá de la muerte seguiría atormentando a todos los habitantes de la zona, Kane decidió hacer uso del bastón para contactar con N’Longa. Pidiendo perdón a Dios por dedicarse a prácticas bárbaras, el héroe durmió con el bastó consigo. El hechicero le dio instrucciones precisas: la joven Zunna debía traer consigo hasta la cueva a su joven amado. La chica lo hizo sin rechistar, tardando unas horas en volver junto a Kran, un apuesto y fornido muchacho al que Kane hizo que se tumbara junto al bastón.

El prodigio se obró cuando Kran pareció morir entre horrendos espasmos, dando paso a N’Longa, quien poseyó el cuerpo del joven, mandando el alma de éste a un lugar denominado “el país de las sombras”. Kran no estaría solo, pues N’Longa tuvo a bien enviar a Zunna junto a él. En aquellos momentos, ambos eran cascarones vacíos, pero vivos. Los dos se quedarían en la cueva en la que Kane se enfrentó a los dos no muertos. Para mayor seguridad, la entrada de la cueva quedaría sellada mágicamente con el bastón ju-ju, que ahuyentaría a cualquier vampiro – pues así los denominaba Kane – que tuviese la intención de alimentarse de los jóvenes, según aseguraba el hechicero.

El inglés sentía curiosidad por el funcionamiento del bastón, que además de ser un excelente arma era capaz de ahuyentar el mal. Su amigo, dormido físicamente en su casa y espiritualmente presente en el cuerpo de Kran, le ofreció una parca explicación usando un lenguaje simple:

Suya es magia potente. ¡Ver cómo hermano vampiro caer en polvo con el bastón! Ningún vampiro osa tocarlo o acercarse a él. Darlo a ti porque, además de en Colinas Vampiras, hermano hombre encuentra a veces cadáver que anda en jungla cuando sombras ser espesas. No todos los muertos que andan estar aquí. Y todos buscan chupar la vida de los hombres… si no hacer eso, morir como madera seca.”

Ante la petición de Kane de hacer más bastones iguales para combatir a un ejército de no muertos, N’Longa respondió de forma tajante que aquello no era posible. El bastón ju-ju era tremendamente antiguo, tanto que ningún hombre vivo podría asegurar cuándo fue elaborado.

Más adelante, y tras su encuentro final con los vampiros de las colinas – encuentro que se desgranará en otra entrada –, el hechicero ofreció algún dato más sobre el bastón mágico a su “hermano de sangre”.

Una poderosa magia está encerrada en el bastón ju-ju que te regalé… Una magia proveniente del Antiguo País que atrae a mi mente como la magia del hombre blanco atrae el metal. […] Quédate con el bastón ju-ju, hermano de sangre. Es muy poderoso contra los hechiceros, las serpientes y todas las cosas malas…

Aquel bastón, que el puritano se quedó a pesar de todos los inconvenientes morales que para él significaba, era una suerte de reliquia de la antigüedad, dotada de capacidades aparentemente sobrenaturales que conectaban con las artes mágicas de hechiceros como N’Longa. Puede que cuente con miles de años de edad, siendo forjado por una civilización desaparecida y pasando de mano en mano a través de las generaciones mediante artes secretas e invocaciones que solo unos cuantos adeptos dominaban.

En aquel país africano misterioso, ese legado pasó a manos de un puritano que odiaba toda clase de magia pero que no dudaba en hacer uso de cualquier medio a su alcance para combatir el mal en cualquiera de sus múltiples manifestaciones. Si para ello debí dejar de lado parte de sus convicciones, así sería. Su Dios sabría perdonarle si con ello era capaz de limpiar la faz de la Tierra de la oscuridad…

Espero que esta entrada anime a los lectores a explorar la figura de Solomon Kane, además de otros personajes creados por Howard. Como he indicado anteriormente, próximamente habrá más post dedicados a su figura, incluyendo una en la que se cuente lo que resta de Las colinas de los muertos. El Gabinete cuenta con tiempo y espacio de sobra para ello, y el inglés tendrá un espacio destacado, cosa más que merecida.



Portada de Luna De Calaveras (La Saga Completa Del Puritano Kane), editado por Barsoom.

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