El hombre retorcido de los Apalaches (2)
Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Retomamos la historia de El hombre retorcido justo donde se quedó en la primera parte. Con spoilers desde el primer momento y sin preámbulos, ya que este segundo texto es un complemento del anterior. Hecho este primer apunte, volvamos a la cabaña de Cora Fisher.
Hellboy y Tom Ferrell coincidieron en una pequeña colonia de los Apalaches virginianos en 1958, justo cuando se estaba desatando una oleada de ataques aparentemente brujeriles, que los lugareños achacaron a Fisher, conocida de la infancia de Tom.
El hombre, que había huido de la zona hacía más de veinte años, sabía que tras toda la leyenda negra del lugar estaba un ser conocido como el hombre retorcido, quien en aquellos momentos era un demonio sediento de realizar pactos con cualquiera que deseara obtener algún beneficio por la vía rápida.
Cuando aún vivía, el señor Watkins era un hombre mezquino y codicioso que se aprovechaba de su posición ventajosa entre colonos y nativos para realizar negocios y sacar tajada, malmetiendo entre ambos bandos y provocando severos conflictos. Toda vez que ambas partes cayeron el la cuenta de que ese señor era la raíz de sus problemas, decidieron colgarlo. Pero ese no fue el final del señor Watkins, pues fue convertido en un recolector de almas, merodeando la zona desde el siglo XVII, probablemente. Mike Mignola se guardó varias cartas bajo la manga, y una de ellas fue la del origen real de la entidad y el marco temporal en que vivió su vida humana, detalles que de alguna forma enriquecen el aura de misterio y opresión que se respira a lo largo de toda la historia.
Por razones que tampoco quedan totalmente esclarecidas, el hombre retorcido ha convertido a muchas mujeres de la zona en brujas que le rinden pleitesía. Ellas han establecido una suerte de culto al que intentan arrastras a todo aquel que se preste, cosa que Tom Ferrell vivió en sus propias carnes siendo un adolescente. Él huyó, pero se llevó consigo un hueso de gato que se convirtió en un amuleto de la suerte gracias al demonio de los Apalaches.
La casa de Cora Fisher era una prueba de culpabilidad en sí misma. Allí había bolas de bruja por doquier, un demonio familiar dentro de un tarro de cristal e incluso la propia piel vacía de la mujer sobre su cama. Fisher volvió a casa disfrazada de un pequeño animal aparentemente inocente y tierno. Una mascarada que Hellbopy desbarató rápidamente, pidiendo explicaciones a la bruja. Ella ofreció su testimonio, diciendo que aquellos ataques eran un precio a pagar por obtener sus dones. Lo había perdido todo, y la desesperación la llevó a pactar con el hombre retorcido, uniéndose a su particular aquellarre, del que también formaba parte Effie Kolb, la chica que intentó captar a Ferrell y que hizo acto de presencia rápidamente a lomos de un caballo anciano y famélico.
Effie no había envejecido ni un solo día en aquellas dios décadas, detalle que asombró a Tom, que además recibió un brutal cuando comprobó que la montura que portaba la bruja era en realidad su desaparecido padre, que llevaba años esclavizado y maltratado. Una vez revelada la crueldad, Effie Kolb se marchó, dejando a sus tres interlocutores velando los últimos momentos de vida del anciano, que murió en manos de su hijo. Sediento de venganza, pero deseoso de dar a su padre cristiana sepultura, Tom le pidió a Hellboy que le acompañase hasta la vieja iglesia que se alzaba más allá de las minas que había cerca del pueblo, donde el viejo cura soportaba los embates de las brujas en ese bastión quebradizo, antiguo pero aparentemente inexpugnable para el mal que se escondía entre los árboles.
A pesar del mal hecho y estando arrepentida de sus actos, Cora Fisher deseaba acompañar a la pareja de aventureros durante un trecho del camino, mostrándose totalmente aterrada una vez llegado el grupo a la zona de las minas. Según Fisher, todas las montañas de los alrededores estaban rodeadas de túneles, y en algunos de ellos había minas de carbón infestadas de brujas. Es aquí donde Cora revela parte de la historia oculta de aquel aquelarre al asegurar que se trataba de las brujas conocidas como Melungion.
Al parecer, todas ellas eran descendientes de los colonos desaparecidos de la colonia de la isla Roanoke, que llegaron hasta allí y se mezclaron entre los colonos para finalmente acabar escondidas bajo tierra. Ahora eran criaturas diabólicas, que supuestamente estaban presentes en la zona desde finales del siglo XVI, cuando se dejó de tener noticias de la colonia de la isla Roanoke.
Sobre aquel evento se ha escrito prácticamente de todo, siendo una de las leyendas americanas más contadas e interpretadas. Las únicas certezas que se tiene sobre la denominada como “colonia perdida” es que se fundó en 1585 y su final llegó en una fecha desconocida entre los años 1587 y 1590, sin que se tengan más certezas definitiva sobre el destino de los colonos.
No fue el de Roanoke el único intento infructuoso por establecer una colonia inglesa permanente en el Nuevo Mundo, pero sí fue la única que dejó tan poquísimas pistas sobre los motivos que llevaron a fu disolución.
¿Por qué es tan atractiva la leyenda de Roanoke? En la década de 1580, sir Walter Raleigh, aventurero y explorador, recibió – de rebote, todo hay que decirlo – una concesión de Isabel I de Inglaterra para establecer una colonia en tierras americanas, en un intento por adelantar a las coronas españolas en su pugna por extenderse a través de nuevos territorios. Raleigh tenía una suerte de misión secundaria: además de colonizar debía sabotear las operaciones españolas en aquellos parajes.
El primer de Raleigh tuvo lugar en Roanoke, una pequeña isla frente a las costas de la actual Virginia, a mediados de aquella década. En un primer momento se construyó un fuerte, pero la misión fracasó. Un par de años después, Raleigh envió a la zona a otro grupo diferente, compuesto por 117 colonos y liderado por un hombre llamado John White. Ellos debían ir a la bahía de Chesapeake, pasando primero por los restos de Roanoke. Viendo que aquel lugar podía ser funcional y era aparentemente beneficioso de cara a crear un asentamiento duradero, White y los suyos decidieron quedarse en la isla. Había varias tribus nativas por allí, y los colonos lograron cierta cordialidad con los croatan, cosa que no pasó con las otras tribus.
Disputas territoriales, competencia por los alimentos y el agua… Aquella aventura se antojaba cada vez más peligrosa, por lo que White decidió volver a Inglaterra para solicitar refuerzos en forma de más colonos y armas, además de víveres para garantizar la subsistencia de los habitantes del asentamiento inglés. Hubo complicaciones que hicieron que aquella misión durara más de tres años. Tiempo suficiente para que aquellos que quedaron abandonados desaparecieran para siempre por motivos que son motivo de habladurías más de cuatro siglos después.
John White desembarcó en Roanoke el 18 de agosto de 1590, el día del tercer cumpleaños de su nieta, la primera niña inglesa nacida en territorio norteamericano, pero se ante un panorama desolador: el asentamiento estaba completamente desierto, vacío de vida. No había ni rastro de los noventa hombres, diecisiete mujeres y once niños que dejó allí tres años atrás, ni tampoco había evidencias de combates.
White y los hombres que le acompañaban solo descubrieron dos pistas de lo que podría haber pasado: un poste en el que alguien había grabado la palabra "croatoan", la tribu nativa con la que los colonos, en teoría, tenían buena relación; y un grabado en un árbol junto a ese poste donde solo había tres letras: "CRO".El resto es una sucesión enorme de hipótesis, teorías, razonamientos más o menos audaces y falsas pistas que no han llevado a una explicación contundente y sin lugar a debates.
Por ello, es totalmente factible que Mignola usase esta leyenda tan potente como parte de este relato, en el que algunos descendientes de aquellos colonos, ya mezclados entre los indios croatan, llegasen hasta aquellas montañas y se quedasen allí a vivir.
Pero ahí no acaban los misterios, pues su transformación en seres malignos y su unión al hombre retorcido son asuntos que también quedan a expensas de la imaginación de los lectores. ¿Cómo establecieron contacto? ¿Fueron ellos los que alentaron que el otrora señor White abrazase la oscuridad? ¿Cómo funciona la sinergia entre estas entidades demoníacas? Todo esto y más queda mínimamente establecido en la obra.
De lo poco que se dice abiertamente es narrado por Tom Ferrell, quien compartió con Hellboy una historia que le contó su padre y que viene a ser una suerte de leyenda urbana local. Ferrell aseguraba que fue a principios del siglo XX cuando estas Melungion comenzaron a interactuar directamente con las gentes de la zona, cuando un centenar de hombres quedaron atrapados en las minas durante un día y una noche. Cuando ocurrió aquello, una legión de brujas llegaron volando desde sus escondrijos y bajaron directamente a las minas, quedándose allí. El destino de aquellos mineros debió ser terrible, pues nunca se recuperaron sus cuerpos. Durante un tiempo se oyeron sus gritos agonizantes, pero estos cesaron de un día para otro.
Llegados a este punto, que prácticamente supone la mitad de la obra, debo establecer un punto y aparte. Sabiendo que la adaptación cinematográfica cuenta con guion del propio Mignola y de Christopher Golden, es de esperar que sea bastante fiel al material original, por lo que me vais a permitir que en breve interrumpa la narración de los acontecimientos y os emplace a leer la obra o ver la futura película.
Solo voy a hacer un apunte más. Una vez llegado a la zona de las minas, aún en pleno mediodía, el grupo se cercioró de la noche había llegado repentinamente, algo que desconcertó al mismísimo Hellboy. Mientras Cora Fisher se encontraba aterrorizada debido a la cercana presencia de las brujas, a las que podía oír mencionando su nombre, Tom Ferrell destacaba la posibilidad de que los tres hubiesen entrado en una zona donde las reglas del tiempo y el espacio funcionaban de forma diferente debido a la malignidad que allí se respiraba. Él lo denominaba “el huracán” y el “tiempo del demonio”.
El hombre retorcido, las brujas Melungion o cualquier otra cosa que controlase desde las sombras los poderes tenebrosos que asolaban aquellas tierras de los Apalaches tenía la capacidad de controlar la transición entre día y noche. O, al menos, hacérselo creer a los que entrasen en su área de influencia. El grupo estaba en grave peligro, y todavía no habían llegado a suelo sagrado, donde el viejo y ciego cura resguardaba el escaso terreno aparentemente neutral que quedaba en aquel reducto...
Félix R. Herrera
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