Notas del grimorio del taumaturgo Wiktor Szulski: los salutors y las Marcas


 

Queridos aprendices, asistentes y curiosos. Bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Como asistente de este lugar tan especial, siempre tengo asuntos que atender y nuevos trabajos que leer, estudiar, experimentar y clasificar para su posterior divulgación. Siempre que se me permita hacerlo, claro está. Hace muy poco que cayó en mis manos una copia del grimorio de Wiktor Szulski, un taumaturgo que vivió en una versión alternativa de la Varsovia de principios del siglo XX conocida por todos vosotros. Hoy os ofrezco parte de la información que estoy extrayendo de él.

Este es uno de los pequeños placeres de esta tarea que asumí hace tiempo. Conocer multitud de mundos imaginados, unas veces autocontenidos en recipientes físicos y otras almacenadas en líneas de código que pueden ser descargadas. Creaciones que existen cada vez que son visualizadas por alguien pero que pueden sufrir pequeñas variaciones en cada ocasión, dependiendo del cómo, cuándo o quién se acerca a ellas. Estoy seguro de que conocéis esa sensación.

En este caso concreto, ha sido el estudio polaco Fool’s Theory el que ha elaborado que ahora es conocido como The Thumaturge, un RPG isométrico que centra su narrativa en los dones de Wiktor, su relación con unas entidades sobrenaturales de lo más particulares y su búsqueda de respuestas en el caso de la muerte de su padre. Las notas que van a compartirse a continuación fueron hechas por el propio taumaturgo cuando comenzó a usar su grimorio particular y mientras se encontraba buscando a Grigori Yefímovich Rasputín, sobre quien había depositado grandes esperanzas. Wiktor necesitaba con urgencia ser sanado de un mal muy particular, y quizá el místico tendría las herramientas necesarias para hacerlo.

Comencemos con una de las primeras páginas del grimorio, en la que el taumaturgo habla un poco sobre sí mismo y su pasado:


Si alguien encuentra esto, por favor, envíenlo a Wiktor Szulski. La gente pierde cualquier cosa, todo puede pasar.

Aunque es extraño hablar de uno mismo… Nací siendo taumaturgo, el 22 de septiembre de 1875 en Varsovia, bajo el yugo del zar. Hace quince años hice un pacto con mi primer salutor, Upyr. Con su ayuda, intenté ayudar a un amigo pero las cosas se torcieron. Mi padre se puso hecho una fiera y me mandó a París con mi madre. Desde entonces, he hecho un montón de estupideces y casi pierdo mis poderes y mi vínculo con Upyr. Ahora me hallo aquí, destrozado y solo. La única esperanza que me queda es un místico trotamundos. Las vueltas que da la vida.

(En otra página) Solo he oído rumores de Rasputín. Un predicador místico que solía sanar a miembros de la alta sociedad petersburguesa. Me lo encontré en un pequeño pueblo de la región transcaucásica. Dicen que es un monje loco, un estafador y un embustero. Pero para mí, es mi única esperanza.


Los siguientes párrafos versarán sobre la definición que Wiktor hace de la taumaturgia, tal como él mismo la entiende o como es conocida por los iniciados en sus secretos de esos inicios del siglo XX alternativo presente en el videojuego. Aunque antes de eso, hagamos algunas puntualizaciones sobre este concepto.

Tal como suele ser definida usualmente, taumaturgia (de las palabras griegas ‘milagro’ ‘maravilla’ y ‘trabajo’) es la capacidad y la actitud de realizar prodigios, fenómenos considerados sobrenaturales o más allá de las capacidades humanas, por parte de un agente al que se considera extraordinario. Los objetos vinculados con este tipo de personas, como las reliquias, tenían asimismo capacidades taumatúrgicas.

En lo que respecta a su origen histórico, el mismo debe ser rastreado en la antigüedad, aunque no es una empresa sencilla. El punto de partida podría quedar establecido en las diferentes culturas próximo-orientales o en la egipcia, pero estas artes tendrían un desarrollo indiscutible en la magia del periodo helenístico y romano.



La pretensión a la hora de realizar actos taumatúrgicos responderá a un intento de influir de un modo directo o indirecto sobre otros seres humanos o sobre la propia naturaleza. Incluso había quienes se atrevieron a intentar entrar y manipular en el terreno de la muerte. Por añadidura, hubo – y sigue habiendo, pues estas artes siguen vivas en la actualidad, aunque casi irreconocibles – miríadas de personas que quisieron conseguir beneficios a través tales actos.

Tras estos breves párrafos aclaratorios e introductorios, sigamos leyendo las notas de Wiktor, quien plasmó en su grimorio su propia visión de la taumaturgia:


La palabra taumaturgia viene del griego y significa algo así como “que obra milagros”. A mi padre siempre le molestaba que el otro término para nuestras habilidades, temperomancia, no tuviese tanta fama. La taumaturgia es una forma distinta y más profunda de ver y comprender el mundo. Con ella se pueden ver las emociones más ocultas, las palabras que no se dicen e incluso poder percibir los pensamientos de alguien…

No cambiaría esto por nada, aunque alguna que otra vez me he metido en apuros por culpa de mis poderes. La gente que conocía siempre tenía miedo de que descubriese sus secretos y los adultos bajaban su tono cada vez que entraba en una habitación en la que estaban. ¿Qué se le va a hacer?

Con el tiempo, aprendí a no asustar a la gente y a guardarme sus secretos. Pero eso es algo que tiene que pasar cualquier adolescente con poderes. Pero la cosa no acaba ahí, un taumaturgo que haya hecho un pacto con un salutor es capaz de manipular los pensamientos, palabras, actos y emociones de otro ser humano (nota: desarrollaremos estas facetas en otro anexo).


He aquí uno de los grandes aportes que The Thaumaturge hace a nuestra particular galería de lo extraño y lo sobrenatural. La taumaturgia de esa realidad alternativa es potenciada mediante la existencia de los denominados como salutors, entidades desconocidas que toman la forma dictada por las creencias o supersticiones de diferentes pueblos. Estos seres vagan en total libertad por el mundo, invisibles a casi cualquier ojo humano. Salvo honrosas excepciones, como los propios taumaturgos, que son capaces de pactar con ellos para acrecentar sus capacidades. Veamos qué cuenta Wiktor al respecto:


Lo que aqueja a una persona puede ser un tesoro para un taumaturgo. Una Marca es un hecho traumático que deja mella en el alma de un humano y que perdura en el tiempo. O una gema a la espera de ser encontrada por un taumaturgo. Y yo no soy una excepción, también tengo una. Mi Marca de nacimiento es la del orgullo, una Marca de la dimensión del Corazón y que entregué a Upyr hace mucho tiempo. Así es como funcionan los salutors. Aquellos que están libres, persiguen a alguien con una Marca que los atrae. Yo puedo extraerle la Marca a esa persona y hacer un pacto con el salutor para que se una a mí. O eso dice la teoría, porque en la práctica, he sido incapaz de hacerlo.




En otra página: Los salutors poseen muchos nombres. Cuando el latín era la lengua franca, un sabio llamaba a estos seres “recién llegados”. En las creencias populares, se les conoce como demonios, ángeles, fantasmas e incluso dioses. Yo no sé de dónde vienen. Pero reflejan las creencias y supersticiones de la gente de varios lugares del mundo, aunque ellas no puedan verlos. Hay algunas personas muy sensibles, como los artistas, que a veces pueden ver un atisbo de sus manifestaciones. Los salutors libres vagan a su antojo y persiguen las Marcas de la gente. Y como la gente viaja tanto estos días, he llegado a ver una Esfinge en San Petersburgo.


Antes de finalizar con estas notas del joven taumaturgo, no puedo resistir la tentación de añadir una última página, escrita de forma diferente a las anteriores. Con trazos vacilantes y rápidos, estas líneas parecen elaboradas en medio de un delirio febril o un episodio de delirio propio de un hombre desesperado. A pesar de ello, las enormes dotes de Wiktor para el dibujo salen una vez más a relucir, pues el pequeño texto está acompañado de un imponente dibujo que podría estar sacado del mismísimo Diccionario Infernal de Collin de Plancy. Por supuesto, juego con ventaja, pues conozco a la perfección a quién se refiere el taumaturgo. Pero esa respuesta me la guardaré para el futuro. Espero que sepáis perdonarme.


Antaño eras tan hermoso, ángel caído. Lleno de gracia, vitalidad y color. Pensé que podrías ser mi mentor, que me abrirías las puertas del mundo de la filosofía, las artes y la magia. Que juntos descubriríamos los secretos de los elementos de la Tierra y los de los corazones de la gente. Que me convertiría en algo más. Que al tener a dos salutors, alcanzaría aquello que está reservado a los más fuertes. Pero en vez de eso, me destrozaste. Me trajiste pesadillas y visiones que me destrozaron el alma. Por tu culpa, no soy más que una sombra de lo que quería ser…



Félix Ruiz H.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Arthur Gordon Pym y La Esfinge de los hielos

De Vermis Mysteriis y el mal de Jerusalem´s Lot

El último día de H.P. Lovecraft: la visita de Randolph Carter