Harker: la venganza de la condesa Von Gratz
El reciente estreno de la nueva versión de Nosferatu, con Robert Eggers ejerciendo como director, deja a las claras que la figura del vampiro sigue estando muy presente en el imaginario colectivo. Por ello, y por este inicio de año tan apegado a la figura de Drácula que estoy viviendo, continuaré con nuestro inesperado ciclo vampírico con una de esas historias que llevan el particular “sello de aprobación” del sobrino bisnieto de Bram Stoker, Dacre, que además es parte interesada en la gestión de la propiedad intelectual de su insigne antepasado. Se trata de un cómic que actúa como secuela directa de los eventos narrados en los diarios de Jonathan Harker, Mina Murray o John Seward. Su nombre es Harker.
No recuerdo cuándo se produjo mi primer contacto con la figura del vampiro. Es muy probable que fuese durante mis primeros años de vida, con Una pandilla alucinante (The Monster Squad, 1987), cinta de Fred Dekker que enfrentaba a un grupo de jovencitos contra algunos de los monstruos clásicos más célebres de las décadas anteriores: la momia, el hombre lobo, el monstruo de la laguna negra, el monstruo de Frankenstein, las novias de Drácula y el mismísimo conde, que era el director de orquesta y la principal amenaza. Incluso contaba con el cameo de Abraham Van Helsing, que acababa con su misión de derrotar a su mortal enemigo arrastrándole a través de un vórtice, desbaratando sus perversos planes.
Recuerdo aquella cinta con mucho cariño y sigo viéndola de cuándo en cuándo. Desde aquella primera experiencia, los vampiros han formado parte de mi vida, sobre todo a través del cine o la televisión, pero también de la literatura. Desde los brillantes chupasangres de la saga Crepúsculo a los omnipresentes enemigos de Buffy Summers en la célebre serie de televisión de Joss Whedon, pasando por los clásicos de la Universal o la Hammer o algunos ensayos de autores como Javier Arriés.
En estas últimas fechas, y a raíz de mi particular descubrimiento de la obra que hoy nos ocupa y las posteriores publicaciones que sobre ella compartí en redes sociales, he recibido un más que interesante feedback sobre las figura de Drácula, Stoker o su descendiente antes citado. Algunos de mis contactos más recientes – pero cada vez más activos – me han hecho aclaraciones o recomendaciones que pretendo tomar en consideración, pero no podía pasar por alto la oportunidad de adentrarme en From The Pages Of Bram Stoker's 'Dracula': Harker (Harker, de aquí en adelante). Un trabajo que, por cierto, sigue inédito en castellano, a pesar de haber transcurrido más de década y media desde su lanzamiento original a manos de Markosia Publishing (apareció por primera vez en 2009).
La novela gráfica – término que Alan Moore y otros muchos autores detestan – es obra del veterano novelista, guionista, y dramaturgo británico Tony Lee, cuya extensa bibliografía incluye, entre muchas otras, sagas tan longevas como Doctor Who o encargos para diferentes editoriales como Marvel y DC, además de multitud de novelas bajo el pseudónimo de Jack Gartland. Junto a él, aparecen acreditados los artistas Neil Van Antwerpen y Peter-David Douglas.
Con Harker, que era una completa desconocida para este asistente, tratamos con una pequeña serie de cinco números que parte del material oficial y publicado de Stoker, añadiendo el todavía polémico – por su autoría, que para muchos sigue sin estar clara – relato corto El invitado de Drácula, publicado por primera vez en 1914 de forma póstuma. En él, el anónimo protagonista, que presumimos debe ser Jonathan Harker, se encontraba en Múnich durante la noche de Walpurgis, antes de viajar hasta Transilvania, donde el ansioso Drácula le esperaba. Sintiendo curiosidad por un pueblo abandonado que se encontraba cerca de la ciudad, y haciendo caso omiso de las advertencias del cochero que le llevaba en un carruaje, el personaje llegaba hasta un cementerio situado en medio de un bosque, donde haya una tumba de mármol con una peculiaridad: una gran estaca de hierro que atravesaba el monumento.
Por si fuera poco, el descuidado turista se topa con el espectro de la hermosa condesa Dolingen de Gratz, que a punto está de acabar con su vida. Por suerte para el joven, un rayo alcanzó a la aparición y la devolvió a su lugar de reposo. Un posterior encuentro con un lobo parece reafirmar que aquella noche de ventisca no era nada propicia para el protagonista, que sin embargo fue protegido por el animal hasta su rescate. Drácula parecía estar protegiendo a Harker, pues su presencia en Transilvania era fundamental para llevar a buen puerto sus planes de futuro. Planes que todos conocemos y que llevaron al conde hasta Inglaterra, donde sembró el pánico antes de regresar de forma forzosa a su tierra y ser derrotado por el grupo liderado por Van Helsing.
De esta forma, se llega al punto de partida de esta peculiar aventura, que retoma a todos los personajes de Drácula, incluyendo a los que ya habían muerto durante la ardua campaña contra la criatura hematófaga. Si recordamos el final de la obra de Stoker, sus últimos párrafos trasladan la acción varios años al futuro, cuando el pequeño Quincey – o Quincy. Lo he visto escrito de ambas formas, y desconozco si ambos son o no correctas – ya era un niño con la edad suficiente para comprender parte de los extraordinarios eventos que sus padres vivieron en sus carnes. Esta adaptación presentaba un episodio intermedio, ocurrido antes del nacimiento del hijo del matrimonio Harker, enfrentando a los personajes a una inesperada amenaza, con tintes bastante extraños en determinados momentos.
Antes de pasar a la narración propiamente dicha, he de confesar que las segunda y tercera lecturas de Harker han incrementado mi incredulidad en lo que se refiere a su calidad. Me explicaré. En cuanto a su calidad gráfica, no tengo nada negativo que decir. No soy ningún experto en la materia ni es algo que para mi corto entender sea fundamental, por lo que dibujante y colorista quedan al margen de estos breves comentarios. Tampoco hay críticas destructivas en cuanto a las pequeñas referencias y guiños que se hacen a la novela original. Todos son bienvenidos y pertinentes, lo cual habla muy bien del mimo con que se elaboró. Pero no ocurre lo mismo con algunas decisiones tomadas con la trama, que ponen en duda e incluso pueden llegar a contradecir ciertos postulados derivados de la novela del irlandés.
Las capacidades de la villana principal de la función parecen ser muy superiores a los del propio Drácula, una capacidad que comparte con otros vampiros a quienes ella misma convierte. Asimismo, la forma en que se cierra el arco argumental me parece totalmente impropia, si es que la intención de su creador y artistas era ser lo más fiel posible al escrito de Stoker. Desde el principio, todo se adentra en el terreno onírico y sobrenatural, alcanzando un clímax que, si bien cumple con el objetivo marcado, puede percibirse como un deux ex machina de manual. Supongo que es cuestión de gustos. No me extenderé más en estos breves comentarios, dejando el pertinente aviso de spoilers para que cada cual decida seguir adelante o no.
Los eventos de Harker comenzaban justo seis meses después de la muerte del conde en la terrible y sangrienta batalla contra sus custodios, en la que Quincey Morris murió. Un envejecido Jonathan Harker retomó la escritura de su diario, atormentado por todo aquello que él y sus compañeros de fatigas vivieron hace un tiempo muy escaso. La vida parecía sonreírle, pues Mina estaba totalmente restablecida de la ponzoña inoculada por el conde, y la marca que portaba en su frente y probaba la existencia de tal maldición había desaparecido por completo. Nadie podía imaginar que aquella pesadilla estaba a punto de regresar en forma de sueño premonitorio.
Un turbado Jonathan recibió la visita de Quincey Morris, que le advirtió que Drácula continuaba existiendo a través de Mina y que tenía un plan para regresar a este mundo. Para ello, contaba con la ayuda de una de sus novias, que no compartió la suerte de sus compañeras y que buscaba cumplir con los designios de su amado. Ella era la condesa Von Gratz, también conocida como condesa Dracule, la más cercana al vampiro. Toda su estratagema giraba en torno a una idea: implantar el alma del desaparecido conde en el hijo nonato del matrimonio Harker.
Asustado y sorprendido al mismo tiempo, Jonathan recurrió a John Seward para tratar de explicar su sueño, que se antojó profético: Mina estaba embarazada, pero ninguno de los dos estaba al tanto. Para complicar aun más las cosas, la futura madre comenzaba a tener pesadillas recurrentes en las que Drácula la hacía partícipe de sus intenciones, logrando que la marca que dejó su frente marcada regresase. A pesar de que el renovado y ahora enamorado doctor Seward se mostrase escéptico ante las afirmaciones del matrimonio, decidió contactar con Van Helsing para que tranquilizase a la pareja. Lejos de hacerlo, el profesor neerlandés confirmó la existencia de la condesa, y además animó a todo el grupo – incluyendo a Arthur Holmwood, que seguía de luto por la muerte de Lucy Westenra – a que se preparase para una nueva lucha.
Mientras tanto, la condesa viajaba en el Orient Express de camino de París, enrolando en sus filas a varios incautos a los que convertía en sus siervos. Una vez que la peligrosa mujer desembarcó en suelo inglés, se encaminó al cementerio de la institución psiquiátrica en la que Seward ejercía su labor para recurrir a un personaje atado en vida a su amado: en ya fallecido y putrefacto Renfield, que fue devuelto a la vida mediante la ingesta de sangre de la condesa. Cómo y por qué ella posee esta capacidad es algo que se desconoce y que nunca es explicado en el cómic, pero es una característica a la que se recurre en más de una ocasión a lo largo de las páginas de esta obra.
Los síntomas de Mina empeoraban, pues no sólo veía a Drácula en sus sueños, sino que además éste le hablaba durante la vigilia, sin que nadie más pudiese hacer lo propio. Van Helsing intentó protegerla usando sus antiguos métodos y con el ajo como principal barrera frente a un hipotético ataque de la condesa Von Gratz, pero para el grupo era imperativo dar con la morada que con total seguridad el conde preparó un año antes para la llegada de su preferida. Por su parte, la decidida condesa Dracule comenzaba a jugar sus cartas. No podía llegar directamente hasta Mina, pues debía ser invitada a pasar a su hogar, pero sí podía valerse de las debilidades de sus adversarios. Usó al redivivo Renfield para amenazar a Seward con acabar con su nuevo amor, la joven Elisabeth, si seguía ayudando al matrimonio. En cuanto a Holmwood, le atormentó con la desaparición del cuerpo de Lucy que, sorprendentemente, decía estar viva y sana, a pesar de que Van Helsing diera buena cuenta de su cadáver cuando se vio obligado a acabar con su sufrimiento y su nueva forma de no vida.
Harker y Van Helsing tuvieron que volver a registrar todas las antiguas propiedades y lugares de reposo de Drácula para tratar de dar con el paradero de Dracule, pero fue uno de los agentes infiltraos de la misma quien les llevó a una trampa, dándoles una dirección falsa y preparándoles un recibimiento a su altura. Con Seward acompañándoles en esta nueva distracción, Von Gratz tenía vía libre para alcanzar su objetivo. Alertado por Lucy del inminente peligro que corría Mina, y una vez dentro de la propiedad de los Harker, el engañado Arthur supo por fin la verdad: había sido hipnotizado por Von Gratz para que creyera que ella era su amor perdido. Gracias a una de las sirvientas de la casa, ambos accedieron a su interior y entraron en la habitación de la embarazada, que no tardó en comprender lo que estaba pasando.
La tragedia volvió a alcanzar a todo el grupo. Los cazadores habían sido cazados. Pero lo descubrieron demasiado tarde. La joven Elisabeth murió a manos de uno de los sirvientes de Dracule, animado por Renfield. Convertida inmediatamente en vampira, Seward no tuvo más remedio que usar la estaca que el propio Renfield le facilitó para acabar con su existencia. Arthur cayó en la cuenta de que Lucy seguía tan muerta y enterrada como se la presuponía. Y en cuanto a Mina, su marido y Van Helsing no llegaron a tiempo para evitar que las llamas la consumiesen en su cama, junto al resto de la casa. Un golpe que, como seguro que habéis imaginado, no era más que otra de las argucias de la condesa Von Gratz, que previamente y sin que los lectores pudiesen verlo, se había llevado a la gestante y cambiado su cuerpo por otro de una joven de similares características, a la que había marcado de forma que todo fuese verosímil. Pero nada de esto sería descubierto por ninguno de los personajes hasta meses después, gracias a los esfuerzos de Van Helsing, el único miembro del grupo que aun mantenía la esperanza de poder llegar hasta el fondo del asunto. Fue así como dio con un testigo que describió a una joven muy similar a Mina, que se había montado en un barco en el pequeño puerto de Whitby. El destino de la condesa era un misterio, pero había alguien que podía dar a los interesados una pista fundamental de su paradero: su hermana gemela, quien tenía una historia que la relacionaba de forma íntima con Van Helsing.
Los detalles de la misma fueron narrados en el primer tercio de la obra, cuando el sabio neerlandés llegó a casa de los Harker. La anterior condesa Von Gratz era, como acabo de decir, la hermana gemela de la actual. Siendo ambas vampiras, fue esta primera quien mató al hijo de Van Helsing. Una década antes de los eventos que estamos conociendo, el único hijo de Abraham residía en Múnich, siendo todavía un adolescente cuando cayó rendido en los brazos de la condesa Dolingen, muerta desde 1801. Una noche, Van Helsing se vio en la terrible tesitura de tener que acabar con la nueva vida de su vástago, pero para Von Gratz reservó un destino terrible. Le clavó una enorme estaca de hierro en el pecho, sin alcanzar su corazón. De esa forma, la mujer yacería en una agonía eterna, maldiciendo el nombre de Abraham cada vez que fuese alcanzada por un rayo. ¿Recordáis El invitado de Drácula?
El cuerpo de la condesa Dolingen permanecía en el mismo lugar, inerte por el paso del tiempo, pero todavía animado. La vampira reaccionó cuando los hombres extrajeron de su cuerpo la estaca de hierro, pero sus ansias de venganza fueron frenadas por el crucifijo que Abraham portaba consigo. Van Helsing pidió a sus compañeros que abandonasen la tumba, quedando a solas con su antigua enemiga. Ésta, a pesar de los lustros de sufrimiento, insistió en asegurar que lo suyo con el hijo del anciano era amor verdadero. Le brindó a él el regalo que su padre rechazó el día que cumplió los veintiún años, tantas décadas atrás. Cansado y apremiado a partes iguales, el futuro padrino de Quincey Harker llegó a un acuerdo con ella: acabar con su tortura a cambio del paradero de su hermana. Así se hizo. Con su nuevo destino fijado, y la cabeza de Dolingen rodando en el suelo junto a su tumba, el viejo emergió aliviado y victorioso. Una victoria justa y amarga a partes iguales.
El castillo de la condesa Von Gratz se hallaba en el desfiladero del Borgo, cerca de Bitresti. Allí les esperaba la vampira, conocedora del funesto destino que acababa de sufrir su hermana, a quien parecía estar conectada de alguna forma que solo los gemelos pueden comprender.
Con el parto de Mina a punto de producirse, y con los acongojados habitantes de Bitresti como testigos, los cuatro cazadores llegaron al lugar y entablaron contacto con el párroco local, quien llevaba meses siendo obligado a pagar tributos en forma de almas inocentes a la condesa y sus lacayos hematófagos. A pesar de que en un primer momento los lugareños rehusaron ayudar a los visitantes, el buen párroco les alentó a participar de la venganza sangrienta de Dios, tal como el propio Jonathan definió a su escasa compañía.
Mientras una cruenta batalla se libraba en los alrededores del castillo de la condesa, Mina era observada atentamente por Drácula mientras sufría las dolorosas contracciones del parto. El nuevo recipiente del alma del conde estaba a punto de venir al mundo, y nadie parecía ser capaz de frenar el terrible final que se avecinaba. Pero aquí entró nuestro deux ex machina en la forma del espíritu de Quincey Morris, quien se enfrentó mano a mano con la esencia espiritual de Drácula. Sabiéndose incapaz de acabar con su demoníaco adversario, y ante la mirada de la desesperada Mina, Quincey decidió sacrificar su alma para proteger al niño que acababa de nacer. Para ello, pasó parte de su esencia al interior del bebé, haciendo imposible que Drácula lo tomase como su nuevo huésped. Quincey Morris había dado su vida por la causa una segunda vez, logrando con ello que la derrota del conde fuese definitiva. Con miedo en su mirada y entre gritos de impotencia, el monstruo estalló en una bola de fuego.
En el exterior, los cazadores y los habitantes de Bitresti se alzaron con la victoria. Seward acabó con el redivivo Renfield envolviendo su cuerpo en llamas y arrojándolo por un precipicio. Por su parte, Holmwood se redimió de su terrible error matando a la condesa Dracule. Los cuatro amigos y el resto de su pequeño e improvisado regimiento fueron testigos de la huida de los pocos esclavos de Von Gratz que permanecían con vida. Al mismo tiempo, Mina abandonaba el castillo por su propio pie, con el pequeño Quincey John Arthur Abraham Harker en brazos.
De esta forma, y con un escueto epílogo que se asemeja a los párrafos finales de la novela de Stoker, acaba From The Pages Of Bram Stoker's 'Dracula': Harker. Un trabajo que, a pesar de sus altibajos y ciertos detalles argumentales, es un digno continuador del libro original. Puede que sea la secuela o precuela más redonda de cuantas existan, pero eso es algo que no estoy en disposición de decir a día de hoy. Hay mucha más literatura que consultar y que ha contado con el respaldo de Dacre Stoker, solo por rascar la superficie. Por ejemplo, la novela Drácula: El origen, escrita por el mismo Dacre junto a J. D. Barker y que vio la luz en 2008. Siendo Drácula un personaje universalmente conocido, de dominio público y transformado de forma constante, es harto complicado – por no decir imposible – hallar algún ejemplo merecedor de codearse con el escrito de Abraham Stoker. Os escomiendo esa misión a vosotros, queridos lectores. En lo que a este asistente respecta, seguiré explorando los oscuros y peligrosos senderos por los que acechan los vampiros, en busca de nuevas preguntas y respuestas.
Félix Ruiz H.
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