Más poderosos que los dioses


 

Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Queda justo una semana para que se cumpla el primer aniversario del blog, así que ya toca ir planificando qué vendrá a continuación. Por el momento, os dejo esta reseña reseña y reflexión sobre Greater than Gods, de Catherine Lucille Moore. Una historia que mostraría las posibilidades del teatral efecto mariposa antes de que fuese desarrollado como tal por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz.

William Cory tenía ante sí una decisión difícil. En su despacho, situado dentro de la Casa de la Biología, que a su vez pertenecía a la Ciudad de la Ciencia, se debatía entre dos mujeres. La cuestión era fundamental para el desarrollo del resto de su vida. ¿Con cuál de las dos mujeres que tenía ante sí debía casarse?

En pleno siglo XXIII, aquella pregunta comenzaba a adquirir una importancia capital, debido sobre todo a las cambiantes características que comenzaban a presentarse en la sociedad. Porque en ese futuro lejano nacían cada vez menos varones. No había una razón definida para ello, pero comenzaba a ser algo preocupante. Precisamente, Cory era un gran investigador que volcaba todos sus esfuerzos en un solo objetivo: lograr que la selección del sexo de los futuros recién nacidos fuera totalmente efectiva. Ese era uno de los motivos por los que debía escoger una de las dos mujeres que veía ante sí en sendos retratos en tres dimensiones. ¿Marta Mayhew o Sallie Carlisle?

Su colega Charles Ashley, director de la Casa de la Telepatía, entró en escena para hablar con su amigo, y fue testigo de aquella lucha interna de Cory, que se afanaba en escribir una carta en la que solicitaría formalmente el matrimonio con alguna de las candidatas. Ashley bromeó al respecto, pero pronto sembró en su interlocutor una idea que daría muchos quebraderos de cabeza a biólogo.

“…es interesante estudiar tus posibles futuros. Con Martha o con Sallie, quiero decir. Puede que algún día encuentre el modo de seguir los dos caminos divergentes del porvenir y seleccionar a voluntad las encrucijadas que conducen al objetivo elegido. Por ejemplo, si conocieras de antemano cómo sería la vida con Sallie o con Martha, puede cambiaras el destino completo de la Humanidad. Admitiendo que tengas la mitad de la importancia que te atribuyes, claro.

Catherine Lucille Moore no podía saberlo en aquel mes de julio de 1939, mes en que publicó Greater than Gods (Más poderosos que los dioses) en las páginas de Astounding Stories, pero había bosquejado un concepto que posteriormente fue desarrollado teóricamente, usado en multitud de ocasiones y explotado hasta la saciedad en la literatura, el cine o los videojuegos. Se trata del efecto mariposa, vinculado a la Teoría del Caos.

En un sistema no determinista, pequeños cambios pueden conducir a consecuencias totalmente divergentes. Una perturbación inicial, sea del tamaño o importancia que sea, y mediante un proceso de amplificación, puede generar un efecto considerable a medio y corto plazo. El movimiento desordenado de los astros, el desplazamiento del plancton en los mares, el retraso de los aviones, la sincronización de las neuronas; todos son sistemas caóticos o «dinámicos no lineales». Cualquier cambio genera un efecto que puede ser totalmente incomprensible e inesperado en un primer momento.

La Teoría del Caos y el efecto mariposa aspiran a corroborar que como el Universo – un sistema caótico flexible – es impredecible. La Teoría del Caos explica sistemas como la atmósfera o las condiciones climatológicas que impiden realizar pronósticos del tiempo fiables más allá de tres días y es particularmente útil para abordar el estudio de los fenómenos sociales, difíciles de resolver en términos de relaciones lineales causa-efecto.

«El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Este proverbio chino es el origen del término, junto a las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz.

Hay muchos que aducen que fue Ray Bradbury el primero que sentó las bases literarias de la posterior explicación de Lorenz, unida a uno de los argumentos por antonomasia: el viaje en el tiempo. Se trata de A sound of thunder (El sonido del trueno, o Un sonido atronador, como aparece en la reedición en castellano de este mismo 2020), publicado en la revista Collier’s en 1952.

En esta obra, Bradbury ofrecía una interpretación efectiva de los peligros del viaje en el tiempo y sus posibles efectos dominó, destacando la interconectividad. Exploró las conexiones entre pasado, presente y futuro, y lo hizo a través de vívidas descripciones y una narración apasionante. La historia transcurre en el año 2055, donde una empresa llamada Safari en el Tiempo S.A. ofrecía a sus clientes vivir una experiencia única, consistente en visitar el pasado para cazar animales prehistóricos.

Disponiendo de una buena cantidad de dinero, y previo pago de la misma a tan singular empresa, un cazador llamado Eckels inició a iniciar un viaje junto a dos guías y otros dos cazadores. Justo en el día anterior al comienzo de su aventura, un defensor de la democracia de nombre Keith acababa de ganar las elecciones presidenciales, derrotando a un supuesto dictador llamado Deutscher.

En los primeros momentos del viaje, que era posible gracias a una máquina del tiempo, los cazadores fueron advertidos de que debían ser muy cuidadosos de dejar todo como lo encontraron en un principio, con el fin de evitar cualquier cambio devenido en la línea temporal. Solo se les permitía disparar a aquellos animales que estaban a punto de morir, no pudiendo salirse de un sendero que se mantienía flotando a diez centímetros del suelo, construido de un metal antigravitatorio, a fin de impedir que el pasado fuese alterado de algún modo. Las presas obtenidas no podían ser llevadas de vuelta al futuro, ni era posible llevarse nada como recuerdo, excepto una fotografía del cazador de pie junto a la criatura muerta.

El sonido del trueno, título de la obra, hace alusión al sonido de las pisadas del enorme dinosaurio cazado, un Tyrannosaurus rex. Asustado ante el encuentro, Eckels rompió las normas de la empresa y puso sus pies en los senderos prohibidos, alterando el rumbo de los acontecimientos futuros. Aún no lo sabía, pero el ganador de las elecciones que se planteaban al principio de la obra había cambiado. La obra termina cuando Eckels oía otro sonido del trueno, que no es otro que el del fusil del guía Travis disparando contra él.

El relato de Bradbury se considera el primero que plantea esas opciones derivadas del efecto mariposa, pero este artículo comenzó con algunas explicaciones sobre la historia de C.L. Moore, que en aquel lejano 1939 escribió su historia en torno a otro concepto, muy relacionado al que se ha estado esbozando: el Plano de Probabilidad.

“…Quizá haya un sitio, llamémoslo Plano de Probabilidad… donde existan simultáneamente todas nuestras posibles decisiones. Como maquetas de hechos futuros. Cuando el tiempo físico de la materia alcanza uno de esos planos y se adapta a él, queda fijo como el presente.”

La decisión de William Cory sobre su futuro matrimonio despertó razonamientos complejos en su colega Charles Ashley, que planteó la posibilidad de echar un vistazo a ese Plano de Probabilidad antes de la toma de decisiones en cualquier encrucijada, mientras de paso ponía sobre la mesa la posible existencia de infinitos universos o líneas temporales antes de que las decisiones tuvieran efectos en el mundo material. Siguiendo el párrafo anterior, el doctor continuaba su explicación.

Pero antes de que llegue ese momento, cuando la decisión que debemos tomar ante la encrucijada aún no ha sido tomada, un número infinito de futuros posibles debe existir, digamos en un estado de suspensión, esperándonos en una especie de infinito inconcebible, sin dimensiones. ¿Te imaginas lo que sería abrir una ventana a ese Plano de Probabilidad, examinar esos infinitos futuros, determinar las consecuencias de las acciones futuras antes de ser ejecutadas? ¡Podríamos modelar el destino de la Humanidad! Seríamos más poderosos que los dioses. ¡Podríamos leer en la Mente Cósmica – el cerebro mismo que nos concibió – y de un modo voluntario elegir entre sus muchos planos!

Determinismo o libre albedrío, destino o azar. La ideología y experiencia de cada cual le lleva a pensar en uno en detrimento del otro, o a plantearse los límites entre ambos. Sin embargo, y tratándose de este Plano de Probabilidad, las posibilidades son infinitas, aunque todas posibles en determinado momento. En 1939, Catherine Lucille Moore planteaba la existencia del efecto mariposa, pero también de los infinitos multiversos derivados de cada decisión. Particularmente, la del doctor William Cory sería fundamental para el devenir de la Humanidad en su conjunto.

Una vez que el doctor Ashley le dejó solo en su oficina, ese Plano de Probabilidad tan etéreo hizo de las suyas y se hizo patente ante Cory de la forma más sorprendente posible. De los retratos en tres dimensiones de sus dos posibles esposas surgieron las imágenes de dos personas que le eran vagamente familiares. Una mujer y un hombre, ambos de un futuro muy lejano, que querían transmitirle un mensaje.

Los actos aún no ejecutados por el doctor habían creado dos futuros totalmente opuestos para la Humanidad. En uno de ellos, en los que no concluía sus investigaciones y se casaba con Sallie Carlisle, el resultado había sido el de una sociedad totalmente apática, abandonada a la contemplación de la naturaleza y el cosmos, en el que el número de varones fue decayendo cada vez más. Las guerras disminuyeron, las mujeres tomaron el mando y crearon una sociedad global pacifista, pero abandonando cualquier atisbo de progreso tecnológico y relegando a los varones a las tareas más básicas. Aquel mundo era un Jardín del Edén en el que la Humanidad se había condenado a sí misma a la extinción, debido a su carácter contemplativo y su inacción.

Por otro lado, el futuro derivado del éxito de las investigaciones del biólogo – y de su matrimonio con la doctora Marta Mayhew – estaba dirigido por una élite basada en un liderazgo heredado de generación en generación, a través de la descendencia de William Cory. Esa élite y determinados mandos militares nacían libres del proceso de gestación ideado por Cory, que ofrecía como resultado a personas muy proclives a obedecer cualquier decisión de sus superiores. El resultado era una sociedad tecnológica, con paridad de número de hombres y mujeres, pero en una constante guerra en la que satisfaces las aspiraciones de los líderes supremos, aun a costa de dar la propia vida sin casi ninguna opción a resistirse.

El doctor Cory pudo hablar con ambos descendientes, siendo consciente a la vez de lo que pasaría en ambas líneas temporales, sintiendo amor y orgullo por ambas esposas, hijos y demás progenie. El Plano de Probabilidad se hizo patente, al menos en una mínima parte, en aquel despacho en el que el biólogo pensaba que se había vuelto loco. Tanto la mujer como el hombre que hablaban con él lograron conectar con su ancestro de formas diferentes, unos usando el poder mental y otros la tecnología, aunque ambos no podían interactuar entre ellos. Trataban de convencer a Cory de que ese futuro era el correcto, poniéndole en una diatriba muy difícil, quizá la más difícil a la que se puede enfrentar una persona, pues sobre sus hombros y los de su descendencia descansaba el destino del mundo. El fin de la Humanidad o su perpetuación mediante la sumisión y la guerra. El final fue totalmente inesperado, pues Cory rompió con ese Plano de Probabilidad (o escogió otra de sus opciones) pidiéndole matrimonio a su asistente, la señorita Brown. ¿Escogió otro destino diferente, o sus acciones le llevarían irremediablemente a uno de los dos escenarios planteados, o a uno parecido?


Félix Ruiz H.

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