The Thing: las adaptaciones de Dark Horse y la versión de Peter Watts


 

Era mucho más que eso antes del accidente. Era un explorador, un embajador, un misionero. Me expandí por el cosmos, conocí incontables mundos, estuve en comunión: los aptos transformaron a los no aptos y el universo entero se aceleró en alegres incrementos infinitesimales. Era un soldado en guerra con la entropía misma. Era la mano misma con la que la Creación se perfecciona.


Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Hoy daremos por finalizado el ciclo de artículos dedicados a explorar diferentes aspectos y adaptaciones de la célebre novela corta publicada por Jonh Wood Campbell en 1938. En este último texto nos centraremos en los cómics editados por Dark Horse en la década de los noventa del pasado siglo y en la versión alternativa del relato original publicado en la revista Clarkesworld en enero de 2010. ¿Es realmente el extraterrestre una entidad malvada? ¿O puede que sus intenciones fuesen malinterpretadas por una especie inferior a la suya en todos los aspectos, como lo es la humana?

Vamos a empezar con esta historia corta del polémico escritor canadiense Peter Watts, autor de novelas como Blindsight y de multitud de cuentos y novelas cortas, entre las que se encuentra la que nos interesa en esta ocasión. Se trata de The Things, una suerte de complemento de Who goes there?, pero también de la cinta dirigida por John Carpenter en 1982. El éxito de esta revisión del clásico de la ciencia ficción fue rotundo, ya que durante el año 2010 estuvo nominado en los premios Hugo, BSFA y Theodore Sturgeon Memorial como mejor relato corto, y además ganó el Shirley Jackson en esa misma categoría. A día de hoy puede ser leído u oído íntegramente a través del propio portal web de Clarkesworld, revista mensual de ciencia ficción y fantasía que comenzó su andadura en octubre de 2006.

¿Dónde residía exactamente la novedad planteada por Watts? Básicamente, en narrar los eventos tanto del material original como de la película del 82 desde el punto de vista de la entidad cósmica. El objetivo de Watts era pulir algunos aspectos que consideraba inconsistentes en la adaptación cinematográfica – y, recordemos, remake de la anterior adaptación de 1951 –, además de darle al ser una motivación, algo que no gustó a todo el mundo. Según The Things, las sensaciones de peligro y amenaza tan palpables en el material original, son compartidas por ambas partes en pugna.

La criatura extraterrestre, capaz de asimilar cualquier biomasa con la que entrase en contacto, se encontraba en una situación límite. Descubierta, perseguida y atacada por los humanos, era incapaz de recordar con precisión todo lo que le había ocurrido hasta los momentos finales del relato escrito por Campbell. Se definía a sí misma como explorador, embajador y misionero. Un ser bastante vanidoso, pues se sentía capaz de perfeccionar la Creación, característica más propia de un dios que de cualquier especie biológica.

El extraterrestre era capaz de recordar retazos del accidente que le trajo a la Tierra. El miedo a la aniquilación. El fuego que consumía la biomasa que había asimilado en la nave. El frío que sobrevino cuando las partes restantes de su ser original intentaron reunirse para agarrarse a la vida. Y su posterior despertar, rodeado de seres bípedos que no conocía y que le parecían vulgares y anatómicamente simples. Gracias a ellos, podría probar la carne de ese mundo azul e intentar comprender más sobre la vida.

Lo curioso es que no contaba con el ingenio y la férrea defensa de la que parecía ser la especie dominante de ese lejano planeta que visitaba por primera vez. El ser humano no se resignaba a ser asimilado. No quería ser dominado ni formar parte de la comunión con el ser cósmico. Eso era algo que la cosa – pues así la llamaban aquellos hombres – no podía entender.

El relato de Watts también ahondaba en la desgracia del ser, perdido en un remoto lugar del cosmos y sin posibilidades de regresar a las estrellas, a menos que usase parte de la tecnología que le trajo hasta la Tierra y la completase con elementos que encontrase en el planeta. De ello se infiere que su antigüedad quizá no pueda ser medida con los estándares que conocemos. Quizá se trate de uno de los seres primordiales del universo. El último de una ancestral especie que, de haber proliferado, se habría hecho dueña de cada galaxia hace eones. Es posible que esa sea la razón de que se vea a sí misma como el pináculo evolutivo.

A tenor de lo que sabemos del extraterrestre, ya sea a través de la novela corta original o de los diferentes trabajos que han adaptado o ampliado su universo, muchas personas podrían darle la razón a este respecto. Es un superviviente nato, con una capacidad adaptativa única. Puede mimetizarse perfectamente con cualquier organismo, haciendo suyas sus capacidades y, lo que es más perturbador, sus recuerdos y emociones. Puede camuflarse, esconderse, acechar o fingir. También puede engañar, o actuar con total naturalidad. Pero, como ya hemos dicho, su objetivo último es asimilar cuanto pueda, pues es ahí donde radican sus posibilidades de supervivencia.


La adaptación es aptitud, la adaptación es supervivencia. Es más profunda que la inteligencia, más profunda que el tejido; es celular, es axiomática. Y más aún, es placentera. Recibir la comunión es experimentar el puro deleite sensual de mejorar el cosmos.




A través del relato de la criatura, asistimos al horror que se produjo en los campamentos polares noruego y americano, a caballo entre el famoso escrito de Campbell y la película de Carpenter. En los párrafos finales de la versión de Watts, la criatura se encontraba escondida en el cuerpo de Childs, uno de los dos únicos supervivientes del grupo americano. A su lado estaba MacReady, luchando contra el frío y la paranoia, sin saber que su enemigo seguía vivo. Ambos esperaban un rescate que quizá nunca llegaría, pero eso no iba a frenar al extraterrestre, ya convencido de que debía salvar de la violencia y la barbarie a toda la Tierra antes de volver a las estrellas…

Desde luego, The Things es una curiosidad digna de ser leída. Aunque a nuestro particular juicio era innecesario dotar al monstruo del espacio de emociones sospechosamente humanas, ofrece otros matices a una saga que probablemente seguirá ampliándose en los años venideros. Solo es cuestión de tiempo. Aunque nos ocuparemos de ello cuando toque. Ahora nos trasladaremos hasta los años 90 del pasado siglo, cuando Dark Horse Comics se aventuró a expandir el mundo creado por John W. Campbell.

Por aquel entonces se comenzaron a lanzar una serie de historias que continuaban con la historia planteada por John Carpenter en los ochenta, continuando con las andanzas de MacReady y Childs. Lógicamente, el material de base para expandir la historia mediante las viñetas debió ser consultado para intentar que las futuras historias fueran coherentes, al menos al principio de esta nueva andadura. De hecho, el tratamiento que se tuvo con MacReady fue bastante acorde a lo que se vio en la película, con un Kurt Russell que se mostraba paranoico y dubitativo respecto a prácticamente todos sus compañeros, llegando incluso a asesinar a Clark, que a la postre no estaba infectado, tal como se probó tras exponer su sangre al calor justo después de morir.

The Thing from Another World contaba cómo ambos personajes llegaban a la costa antártica. Childs trató de regresar al puesto de avanzada en el que sus compañeros murieron, mientras que MacReady fue encontrado y recogido por la tripulación del barco ballenero japonés Misaki Maru. Una vez que se demostró a sí mismo que no estaba infectado infectado, MacReady robó el helicóptero de la nave y voló de regreso a los restos del campamento, agotando el escaso suministro de combustible con el que contaba. Sabiendo que las múltiples explosiones que anteriormente provocaron no destruyeron todo en el lugar, MacReady se puso manos a la obra para acabar con el trabajo. Estuvo a punto de destruir los restos de otra Cosa, pero antes de que pudiese hacerlo, fue detenido por una unidad militar estadounidense, que rápidamente llegó a la conclusión de que MacReady se volvió loco, destruyó el puesto de avanzada y mató a todos los que estaban allí. Sin embargo, antes de abandonar los restos del puesto de avanzada, uno de los marines tocó los restos del ser que MacReady estaba a punto de destruir.

Poco después, los militares y MacReady estaban a punto de ser recogidos, momento en el que el soldado infectado decidió mutar y matar a la mayor parte de su unidad. También logró destruir el helicóptero de rescate antes de que MacReady y Erskine, líder del escuadrón, acabasen con su vida con una granada. Ambos ayudaron a los otros dos supervivientes y trataron de llevarlos a una base argentina cercana. MacReady, Erskine y los otros dos soldados se perdieron en la nieve, estando a punto de perder sus vidas. Por suerte para ellos, fueron rescatados a tiempo por un equipo de la base argentina, que fue alertado por Childs.

En el siguiente número, los rescatados y Childs fueron aislados y sometidos a pruebas. Uno de los supervivientes estaba infectado y escapó. Posteriormente, MacReady y Childs descubrieron que Erskine no se sometió a la prueba y estaba igualmente infectado. Además, se disponía a huir tras haber avisado por radio a un submarino norteamericano. Tras acabar con la tripulación, el asimilado Erskine atacó al dúo protagonista. Para salvar a su amigo, Childs se sacrificó para hundir el submarino con el ser dentro, permitiendo a MacReady escapar.

The Thing from Another World: Climate of Fear (1992) continuaba la historia justo donde lo dejó la serie anterior. Sus cuatro números continuaron narrando las aventuras y desventuras de MacReady y otros supervivientes argentinos. Childs regresó de nuevo, solo para revelarse como un infectado. Un duro golpe para su amigo, que no tuvo otra opción que acabar con aquella falsa copia del que una vez fue su camarada.

The Thing from Another World: Eternal Vows (1993-1994) supuso un cambio de rumbo en la saga. Sus cuatro números trasladaron la acción hasta otro lugar muy diferente a los páramos helados que habían copado los arcos anteriores. En esta ocasión, MacReady viajó hasta la localidad neozelandesa de Wallace Harbour, sabedor de que un nuevo brote provocado por el ser azotaría el lugar. Hasta allí llegó un infectado a bordo de un barco pesquero, dando comienzo a un nuevo proceso de infección. Esta tercera serie fue duramente criticada ya que se alejaba mucho de las pautas establecidas tanto por sus antecesoras como por la película de Carpenter. La fórmula parecía empezar a agotarse, por lo que Dark Horse decidió hacer borrón y cuenta nueva.

Así, en 1993 apareció The Thing from Another World: Questionable Research, una suerte de reboot escrito por Eduardo Martín III que se presentó como una continuación directa de los eventos de la película. ¿Cómo se planteó ese reseteo? Este arco no usó a los dos supervivientes de la película del 82, pero sí que hizo multitud de referencias a los trabajos del doctor Blair, el miembro del grupo americano que advirtió al resto de lo que estaba a punto de ocurrir en su campamento.

En aquel arco argumental, el buque científico Donachek fue el escenario de un nuevo brote que de nuevo acabó con un único y agonizante superviviente y una sospecha de que el ser había sobrevivido gracias a la asimilación de un animal. Algo parecido a lo que vimos en la precuela cinematográfica de 2011, cuando el extraterrestre escapó del campamento noruego en forma de perro, siendo perseguido en helicóptero por Lars, quien finalmente fue asesinado por los americanos al inicio del film de 1982.

Esta última película tuvo a la vez su propia precuela en formato cómic, The Thing: The Northman Nightmare (2011). Es un cómic atípico, que nada tiene que ver con todo lo relatado hasta ahora, y que trasladó la acción cientos de años hacia el pasado. Este último intento por revitalizar la franquicia contó la historia de unos nórdicos que tuvieron la desgracia de descubrir a la criatura. Como no podía ser de otra forma, el ser se infiltró en la aldea de este grupo y se enfrentó a los últimos humanos que se resistieron a su intento de asimilación. Un trabajo menor que desmerece a una saga que tiene potencial para ser mucho más importante dentro de la ciencia ficción actual, pero que sigue a la espera de que alguien de un paso adelante.

¿Es este el final de las adaptaciones del relato de John Wood Campbell Jr.? Ni mucho menos. En los últimos años se habla de un reboot/remake cinematográfico producido por Jason Blum y que podría contar con la colaboración del mismísimo John Carpenter. Es probable que la pandemia sufrida hace poco haya frenado los planes de desarrollo de esta nueva versión, pero seguro que antes o después habrá una nueva adaptación de Who goes there? en las pantallas de cine. Esperemos que haga honor tanto a la novela corta de Campbell como a sus posteriores adaptaciones al cine.


Félix R. Herrera




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