El último viaje del Deméter
He llegado a Londres. La bestia busca sangre en algún lugar de la ciudad. Pero sé dónde descansa durante el día. Por fin he visto la verdadera oscuridad que habita bajo la superficie de este mundo. El mal que ni la ciencia ni la razón pueden explicar. Sin embargo, también he visto su belleza. Y a personas dándolo todo para protegerla. En consecuencia, voy a perseguir a esa bestia nauseabunda. Y juro por los que han dado sus vidas, que no descansaré hasta extinguir esa plaga y enviarla de regreso al infierno.
Extracto del Diario del doctor Clemens, recogido por R. R. Helms.
Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Por fin se ha producido el estreno en español de la adaptación del extracto del diario de a bordo del capitán de la goleta rusa Deméter. Una vuelta de tuerca al trágico episodio narrado en el séptimo capítulo de Drácula, que sigue alimentando todo tipo de ficciones más de 125 años después.
La accidentada producción de este film – que se pasó veinte años gestándose – se trasladó a su resultado final. A la vista de los datos puramente económicos, la película de André Øvredal ha sido un fracaso rotundo. Justo o no, no me corresponde a mí emitir un veredicto.
A pesar de ello, sí que considero necesario hacer algunos apuntes respecto al metraje. A decir verdad, es bastante más fiel al famoso Captain´s Log de lo que muchos esperaban. Por supuesto, quienes ya conocíamos la historia sabíamos cómo iba a acabar. Y eso se nos muestra justo al principio, cuando el Deméter llega en plena tormenta a Whitby durante el 6 de agosto de 1897, con su capitán muerto y atado al timón y el resto de la tripulación en paradero desconocido.
En ese momento, la acción se retrotrae hasta unas semanas atrás, cuando un grupo de gitanos itinerantes llegan hasta el puerto de Varna portando una serie de cajas con un emblema muy llamativo: uno que representa a un dragón. El espectador no lo ve, pero esto ocurría justo después de que Jonathan Harker quedase atrapado en el castillo de Drácula y éste decidiese emprender su viaje hasta Inglaterra. Para alcanzar su destino, viaja en uno de los carruajes de este pintoresco grupo hasta un puerto cercano al estrecho del Bósforo.
Aquí es donde empiezan las diferencias fundamentales entre novela y adaptación, pues se presenta al espectador al personaje de Clemens, un doctor que estudió en Cambridge y que, por avatares del destino, se haya en Varna buscando el modo de volver a suelo inglés. La tripulación del Deméter buscaba tres tripulantes, y entre los voluntarios estaba el doctor, que sin embargo no fue escogido en un primer momento por el primer oficial, el señor Wojchek. Su destino cambió cuando logró salvar la vida del pequeño nieto del capitán – otro personaje inédito –, que estuvo a punto de ser aplastado por una de las cajas con el llamativo emblema que estaban siendo izadas hasta la bodega de la goleta. Gracias a ese acto desinteresado, Clemens es aceptado a bordo, en un viaje que todos sabemos maldito desde el principio.
No acaban aquí los aportes de la cinta, pues se introduce a otro personaje que no estaba presente en el apéndice al diario del capitán. Se trata de Anna, escondida en otra de las cajas y que debía servir de sustento al infame monstruo durante la travesía. El desarrollo de la trama introduce tropos que la diferencias de adaptaciones anteriores, como el racismo, la misoginia o la superstición por la presencia de los dos personajes mencionados.
Posteriormente, la mayoría de los acontecimientos se producen de forma parecida a como todos los lectores del clásico de Stoker esperábamos, aunque algunos alteran su orden para dar más peso a ciertos personajes. En cuanto al propio Drácula, éste aparece en su forma alada en casi todas sus escenas. Su apariencia bebe muchísimo del ser presentado en la adaptación de Francis Ford Coppola de 1992. Su forma humana, brevemente expuesta, es una clara referencia al Nosferatu de F.W. Murnau, encarnado por Max Schreck. De hecho, los créditos de El último viaje del Deméter citan al español Javier Botet con ambos nombres: Drácula y Nosferatu.
Los lectores podrán imaginar cómo acaba la cinta, aunque no voy a desvelarlo por respeto a quienes aún no la hayan visto. Pero sí que puedo ofrecer una serie de detalles sobre la gestación de esta pequeña parte de la epopeya vampírica de Stoker, que se gestó precisamente en Whitby. Porque precisamente allí, pero en 1885, apareció un barco accidentado. Su nombre era Dmitry.
Cinco años después, en 1890, Bram Stoker ya estaba preparando el que sería su trabajo más laureado. Si bien ya tenía varios esbozos sobre la historia y su protagonista, todavía no las tenía todas consigo. Anotaciones, subrayados y tachados se repartían por sus cuadernos desde el mes de marzo, sin que tan siquiera estuviera claro el título de la obra. Poco más estaba esclarecido para entonces, aparte de detalles estructurales – como que buena parte de la trama trascurriría en Inglaterra – y de la semblanza del monstruoso personaje que llevaría el peso de la trama.
Pero entonces llegó el verano, y Stoker marchó a la costa inglesa junto a su mujer Florence y su hijo Noel. La familia llegó a Whitby, alojándose en el número 6 de West Crescent, una pensión en la que permanecerán unos días que se antojarían cruciales para la creación definitiva del mito.
Los detalles concretos son inciertos, pero sí que se sabe que Stoker caminaba por las mañanas por la zona. Por las mañanas caminaba por la zona y anotaba cuanto le interesaba, pues sería el puerto de la localidad donde arribaría el ser que estaba creando. En uno de aquellos paseos mañaneros, Stoker se dirige al museo de Whitby, en cuyo interior está la biblioteca municipal.
Allí buscaría información sobre una goleta rusa accidentada un lustro atrás, el Dmitry. Supo de él gracias a las postales que se vendían en el estudio del fotógrafo Frank Sutcliffe, entre las cuales había una verdaderamente llamativa. En ella podía verse un barco varado en la playa en 1885.
Sigamos uniendo puntos. Mientras Stoker buscaba información sobre el Dmitry en la biblioteca del Museo de Whitby, encontró un libro que también fue fundamental en todo este asunto. Se trataba de The Accounts of Principalities of Wallachia and Moldova (Las cuentas de los principados de Valaquia y Moldavia), de William Wilkinson. De ahí se extrajo la relación entre Drácula y Diablo. Este va a ser el único apunte folklórico que voy a hacer al respecto. Al menos, en esta entrada, pues lo que nos interesa es hablar del barco que zarpó de Narva – entonces en Rusia pero actualmente perteneciente a Estonia – en 1885.
Realmente, el Dmitry no fue el único barco que llegó a las costas de Whitby el 24 de octubre de aquel año, sino que otro buque quedó varado en el mar en medio de una gran tormenta. Aquel otro barco fue el Mary and Anges, cuya tripulación fue rescatada por un bote salvavidas enviado desde la costa.
Los numerosos curiosos que se arremolinaron en la zona querían saber cuál fue el destino de los miembros de Dmitry, y esperaban sinceramente que hubieran tenido la misma suerte que los del otro barco.
Según relató posteriormente el North-Eastern Daily Gazette, la tripulación de la goleta rusa permaneció a bordo mientras esperaba poder atracar, pero el barco empezó a romperse ante los fuertes embates de las embravecidas olas. Finalmente, los siete tripulantes salvaron la vida de milagro cuando fueron trasladados a tierra de la misma forma que ocurrió con los del Mary and Agnes.
Aquel viaje final de Dmitry tuvo un efecto poderoso en Stoker, que empezó a hilar acontecimientos de cara a la escritura de su ficción. Varna es un anagrama de Narva, lugar desde el que partió el barco ruso. Éste llevaba un “lastre de arena plateada, con sólo una pequeña cantidad de carga: una serie de grandes cajas de madera llenas de moho”.
No acabaron ahí las similitudes. Los lectores recordarán que el infame Drácula salió del Deméter disfrazado de perro, dirigiéndose a tierra firme. Stoker no hizo referencia alguna en sus notas al can hasta octubre de 1890, desconociéndose si se enteró de algún detalle parecido a través del naufragio del Dmitry u otro barco.
Aunque en el Dmitry no había – que se sepa, al menos – perro alguno, sí que se pueden encontrar coincidencias cuando se continúa leyendo la novela y se leen los apellidos de algunas de las primeras víctimas inglesas del conde. Tal es el caso del señor Swales, que Stoker extrajo directamente de las lápidas del cementerio de Whitby.
Hay una reciente teoría al respecto al perro y que ha sido recogida en diversos medios. Entre ellos, la propia National Geographic. En ella se hacían eco de un estudio presentado en 2021 en Archaeology Ireland, titulado A shipwreck in Sligo, cuya autoría corría a cargo de Mel Ní Mhaolanfaidh y Marion McGarry. Según dicho estudio, el perro que salía de la goleta Deméter podría ser una referencia al naufragio del Greyhound, acaecido en 1170 y que zarpó precisamente desde Whitby. Para mayor curiosidad, la madre de Stoker procedía de Sligo, población irlandesa cercana al lugar en el que naufragó el Greyhound.
Aquel otro barco quedó atrapado en una tormenta y se hundió, quedando varado un grumete al que se intentó rescatar infructuosamente. Para mayor desgracia, únicamente uno de los veinte hombres destinados al rescate del grumete sobrevivió a la intentona.
Una serie de desdichas – y casualidades, probablemente – que ayudaron a que Stoker imaginase el terrible destino del Deméter, acontecimiento que se continúa reimaginando desde hace más de un siglo. Si llegados a este punto, los lectores siguen teniendo curiosidad por ver la última adaptación del Diario del capitán, ya saben a dónde acudir. Aunque, desde luego, la mejor opción sigue siendo la lectura del extracto original.
Félix R. Herrera
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