Los diarios del mentor de Thomas Rekowicz

 


Queridos aprendices, asistentes y curiosos, bienvenidos a un nuevo post de nuestro Gabinete. Hoy me gustaría compartir con vosotros unos diarios muy llamativos. La masacre del Resort Niwa, en Polonia, guarda muchos misterios que iremos descubriendo paulatinamente. Este hecho aconteció en los años ochenta, pero a día de hoy se sigue hablando de aquel lugar como un hotel encantado.

Por suerte, cualquiera de vosotros podréis conocer a fondo la verdad si os acercáis la figura de Marianne Rekowicz, la médium que se adentró en el resort a finales de los años noventa, siguiendo una misteriosa llamada de alguien que parecía conocerla a ella y también sus capacidades especiales.

Como asistente, la dualidad entre Mundo Físico y Mundo Espiritual es materia de estudio obligatorio. Dos planos que cohabitan pero no suelen interactuar directamente, salvo que se den una serie de circunstancias específicas. Entre ellas, que haya una persona con la capacidad de viajar entre ambas realidades. Ese es el caso de Thomas. En otros tiempos, un joven atormentado por unas visiones que no comprendía.

Paso ahora a transcribir la compilación de notas de los diarios de su mentor, alguien que acogió a aquel chico especial y cuya vida cambió para siempre:


Recuerdo el día que lo conocí.

Trabajaba en una fábrica y aún era más un niño que un hombre. Tenía los ojos muy abiertos y siempre miraba de reojo, como un animal asustado.

Sus padres habían muerto en el Alzamiento de Varsovia. No hablaba de lo que vivió en los años posteriores y yo nunca insistí, pero pronto resultó evidente que no tenía a nadie más en el mundo.

Supe inmediatamente que, a pesar de su juventud, había visto cosas que nadie a su edad debería haber visto.

Supe inmediatamente que era especial.

Thomas… Siempre me ha asombrado la profundidad y complejidad de su imaginación; me fascinaban los paisajes surrealistas que hilaba su mente.

La forma en que los describía, con cada minucioso detalle… Era como si realmente lo hubiese visto todo. Como si algo o alguien retirase un velo y le permitiese ver más allá de los límites de nuestra realidad.

¿Un ángel? ¿Un demonio? ¿Hay realmente diferencia? Sé que a mí no me importaba, ya que sus visiones cobraban vida en m lienzo.

Hay quien diría que utilicé a chico para avivar mi menguante creatividad, ¿pero cómo no iba a hacerlo? Dejar que esa perspectiva única, que ese inagotable pozo de inspiración, se desperdiciase...

Eso sí que sería un pecado imperdonable.

Se convirtió en una costumbre para nosotros. Nos sentábamos con un cuaderno de bocetos preparado y él cerraba los ojos y empezaba a hablar. Describía las cosas que veía con el ojo de su mente. El horror y el esplendor de otros mundos más allá del nuestro.

Lo que empezó como un inocente ejercicio sobre la imaginación, acabó por convertirse en un inacabable pozo de inspiración. Mi mano no se atrevía a descansar, abocetando frenéticamente mientras él describía lo indescriptible.

Durante un tiempo, me pregunté por qué estaba tan ansioso por compartir sus visiones conmigo. Parecía que para él eran una carga, una fuente de gran dolor y angustia. Pero finalmente lo entendí; quería compartirlas con alguien que las viese como una fuente de belleza y no de locura.

Pasé varios años tratando de guiarlo en la dirección correcta, intentando que viese su enorme potencial, pero él siempre se negaba. Decía que no servía para pintar, y que veía nuestras “reuniones” como terapia, no como una expresión artística.

Con el tiempo, acabé por convencerlo y aceptó ir a la universidad, con la condición de estudiar lo que él quisiese. Así fue como emprendió su camino para convertirse en arquitecto.

Al principio, fue bastante escéptico y creía que estaba renunciando a la grandeza en pos de mera competencia. Pero en el fondo, supongo que me alegré de ser el único que daba vida a sus visiones.

Y, entonces, la conoció.

Nuestras sesiones de pintura empezaron a ser cada vez menos frecuentes, dado que ya no necesitaba mi ayuda para enfrentarse a sus demonios interiores.

Cuando se comprometió, nos distanciamos durante un tiempo.

Ahora que lo pienso, supongo que me sentía celoso porque ya no lo tenía solo para mí. Al final, acabé apreciándola también. Era cautivadora, tanto en belleza como en intelecto. Con el tiempo, acepté el hecho de que había encontrado la auténtica felicidad. El amor verdadero. Fuerte y puro. Bueno, supongo que tan puro como puede serlo.

En cualquier caso, ya no me necesitaba.

Cuando llegó el proyecto, el que con el tiempo llegaría a conocerse como Niwa, tiré de todos los hilos que pude para conseguirle lo que quería. Incluso aunque sabía que eso nos separaría aún más, quería lo mejor para él. Era lo más parecido a un hijo que he tenido jamás.

¿Quién era ese mentor? ¿Qué fue de Thomas cuando se puso al frente del Resort Niwa? ¿Cómo y por qué se desató la masacre en el hotel? ¿Tuvo que ver con las habilidades del arquitecto?



Félix R. Herrera


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