El informe de Anastasia Bransfield
El informe de Anastasia Bransfield
Las fichas del archivo de detectives de lo oculto no para de crecer. Queramos o no, una simple búsqueda probablemente ofrezca resultados positivos si se le dedica la debida atención. Y no solo en el ámbito literario, terreno muy fértil en esta cuestión. Solo en este 2023 hemos asistido al nacimiento de dos nuevos personajes nacionales (seguramente serán más, pero eso queda pendiente de revisiones futuras) que se ajustan como un guante al prototipo que solemos manejar: Isaac Zarco, creado por Antonio Runa: y Xan Couto, parido por Miguel Salas. También se añaden a inabarcable listado nombres provenientes del mundo del comic, el cine o el videojuego.
En este último campo ha habido una adaptación llamativa últimamente. Se trata de Hellboy Web of Wyrd, desarrollado por Upstream Arcade. Es un roguelike de acción y peleas con una historia original creada en colaboración con Dark Horse Comics y Mike Mignola, creador de Hellboy.
En lo que a su argumento se refiere, Hellboy debe buscar a un agente desaparecido de la AIDP, y para ello debe adentrarse en las profundidades del Wyrd, una dimensión paralela a la que se accede a través de la Casa Mariposa. Construida en 1962 por el ocultista Pasquale Deneveaux, la Casa Mariposa no es solo un entorno enorme y aparentemente mundano, sino también un portal al Wyrd. Levantada sobre oscuras energías ley, sus ángulos perversos y geometrías imposibles se diseñaron con un único propósito de albergar dicho portal.
Esta nueva aventura del agente más conocido de la Agencia de Investigación y Defensa de lo Paranormal sirve como nuevo complemento para quienes quieran seguir explorando al personaje, que también ha vivido aventuras cinematográficas y literarias más allá del canon original creado por Mignola.
Los paralelismos entre la Casa Mariposa y el Gabinete son curiosos. Cruzar la Puerta de las Historias Improbables es lo más parecido que concibo a transportarse a un lugar apartado de cualquier otro. Y no me refiero solo al espacio físico, sino también al tiempo. Esta edificación (si es que es posible llamarla así) desde la que os escribo no se rige por las mismas normas que la realidad ordinaria, que es percibida a través de las tres dimensiones ordinarias que se suelen citar. Aquí, sin embargo, hay espacios imposibles, en cualquier aspecto que a los lectores se les pase por la cabeza.
La única habitación aparentemente normal es en la que suelo trabajar, rodeado de libros e informes. Incluso aquí dentro, entre los estantes, a veces ocurren cosas que difícilmente podría explicar. Recibo visitas inesperadas, encuentro libros que antes no estaban o los mismos son cambiados de lugar. No descarto que esto sea culpa de algunos de los escasos y peculiares personajes que me cruzo de cuando en cuando por el Gabinete.
No sé mucho de ellos, más allá de los breves intercambios de palabras que mantenemos cuando nos encontramos. Ni siquiera sé si son visitantes puntuales o residen aquí de forma permanente, una posibilidad muy atractiva para mí, que sin embargo se me ha negado, al menos de momento. El entrar aquí solo a través de la imaginación o el sueño es un impedimento insalvable. Os hablaré de ellos en otro momento.
He mencionado a Hellboy porque he estado consultando un informe donde es mencionado. El mismo fue escrito por la arqueóloga Anastasia Bransfield a finales de 1986, a petición expresa del profesor Trevor Brutterholm, mentor y prácticamente padre del tipo grande y rojo del que no terminaba de fiarse en aquella época. Al parecer, el informe presentado por Hellboy a la AIDP tras el incidente de Egipto (cuya copia también está adjuntada junto al escrito de Bransfiel, además de una copia de la carta del profesor y algunos folios más) no fue del gusto de la agencia, y el profesor sospechaba que su protegido se guardó en la manga algunos detalles de la operación que solo Anastasia podría aclarar.
La pasada y casi secreta relación entre ambos no era del gusto de Brutterholm. Sabía que Hellboy no era muy dado a formalidades, pero a pesar de ello estaba seguro de que ese informe escrito con desgana y a toda prisa no correspondía a la realidad. Por ello, unas semanas después de que todo acabase en el oasis situado a escasos kilómetros de la frontera con Libia, Anastasia accedió a dar su propia versión de lo allí acontecido. Al fin y al cabo, ella misma fue quien pidió a la AIDP que enviase al agente rojo para investigar la desaparición de Lady Catherine Lambert, familiar de una casa real, y su grupo de arqueólogos.
Por su forma de escribir, se notaba a la legua que las formalidades tampoco agradaban a Anastasia. Aquellos papeles parecían más unos garabatos hechos a la carrera que un escrito oficial, pero supongo que es comprensible. Ya habría tenido que dar muchas explicaciones a sus jefes, a las autoridades británicas, egipcias y estadounidenses, solo por citar a algunos de los implicados. La AIDP se había ocupado de gestionar todo el asunto de cara a la opinión pública, con el objetivo de no crear más tensiones de las ya existentes. No pudo tildarse todo aquello como un ataque terrorista (Libia y Estados Unidos estaban a punto de entrar en guerra), así que jugaron la carta del desastre natural: un enorme terremoto se había tragado a centenares de soldados estadounidenses, a un equipo del MI5 y a casi todo el grupo de arqueólogos. Quienes sobrevivieron al incidente (y no fueron muchos) han tenido que guardar el debido silencio.
Anastasia se encontraba trabajando en Egipto cuando se perdió la pista del grupo de Lady Lambert. Junto a Arun Lahiri, historiador del Museo Británico, salió al encuentro de Hellboy poco después de que éste fuera lanzado al desierto. Los hombres del MI5 liderados por el capitán Michael Creaghan se habían adelantado y apuntaban al agente de la AIDP cuando la arqueóloga llegó a su posición. A ninguno de los miembros de la inteligencia británica les constaba la próxima presencia en los alrededores de aquel hombre tan particular.
La desaparición no era tan simple como el agente rojo había previsto. No solo se habían esfumado veintisiete personas, sino también ocho vehículos y casi todo el material que transportaban. Lahiri contó el resto de los detalles después de que el agente mencionase el triángulo de las Bermudas y la imposibilidad de que algo parecido sucediese en pleno desierto. Los arqueólogos no estaba en esa zona por casualidad, sino que buscaban algo en particular: algún vestigio del ejército perdido de Cambises, que en el 525 a. C. fue enviado por el rey Persa a conquistar todo el territorio egipcio. El historiador apoyaba esa historia en “datos precisos” ofrecidos por Herotodo. Anastasia (o Stacie, como la llaman sus amigos) tenía su opinión al respecto, que se cayó entonces pero que escribió en el informe:
“Pensaba que Arun estaba exagerando y que aquella historia era poco menos que una enorme patraña o, al menos, estaba bastante adornada por parte de Herodoto. Que Cambises enviara una expedición de esa magnitud era un suicidio, pero está claro que me equivocaba. Inconscientemente, intuía que algo raro iba a ocurrir. Por eso llamé a la AIDP y les pedí que enviasen a Hellboy. Por supuesto que me alegraba pensar en volver a verle, pero mis motivos no eran personales."
Pronto se confirmó lo peor. A dos kilómetros al noroeste del campamento, aun más cerca de la frontera con Libia, se encontraba un oasis de varios cientos de metros de diámetro. La arboleda contenía un lago de agua fresca. En una de las laderas laterales que ocultaban el oasis había un sistema de cuevas, que quizá albergaron alguna civilización en el pasado, según pensaba Arun, que apuntaba la posibilidad de que aquel lugar se correspondiera al mítico oasis de Amón. No había tiempo para divagar, porque en algunos de los árboles colgaban los restos de los expedicionarios perdidos, terriblemente mutilados.
A pesar de haber desaparecido hace semanas, los restos hallados eran muy recientes, a ojos de Hellboy. Aquella gente fue secuestrada y posteriormente asesinada, y de eso apenas habían pasado unas horas. La respuesta podía estar en las cuevas, aunque el agente decidió investigar el lago en primer lugar tras avistar algo que le llamó la atención.
A escasos metros de la superficie del lago había varios zombis tambaleantes. Eran algunos de esos soldados persas que mencionaba la historia de Arun. Estaban podridos, pero sus armas estaban tan afiladas como el primer día que las empuñaron. Uno de ellos mencionó el nombre de su supuesto líder, que además era esclavo de un tal Mar-Ti-Ku. Tras acabar con ellos, tanto los agentes del MI5 como el resto de los presentes tenían claro quiénes habían perpetrado la masacre.
Las cosas se complicaron aun más cuando el coronel Jack Shapiro, del ejército estadounidense, se presentó en el campamento con órdenes de que todos los presentes abandonasen las excavaciones hasta que la crisis con Libia se solucionase. La tensión entre el MI5 y los americanos era patente. Solo una interrupción por parte de uno de los miembros de la inteligencia británica evitó que aquello fuese a más. Al parecer, la cabeza cercenada de Lady Catherine quería hablar con Arun, Hellboy y Anastasia.
“La cabeza de Lady Catherine habló con él y le reveló que las almas de todos los asesinados estaba en el oasis. Habían sido atrapadas allí por Hazred, siervo de Mar-Ti-Ku. Según dijo, Mar-Ti-Ku era un hechicero sumerio que fue desterrado del mundo hace eones. Hazred era su herramienta para volver.”
Hellboy se convirtió en el protector del curioso oráculo. El grupo trazó un plan para explorar el lago. Una primera exploración por parte de Hellboy se saldó con un ataque de otro soldado persa zombi. Mientras tanto, Arun Lahiri teorizaba con el destino de los antiguos moradores del oasis y cómo habrían vivido en el lugar. Al mismo tiempo, mostraba su animadversión hacia el hombre rojo, algo que molestó a Anastasia.
Hellboy no mencionaba apenas al historiador en su informe, pero tuvo mucho más peso en los acontecimientos de lo que el profesor Brutterholm creía. En aquel punto, Anastasia escribía que la actitud de Arun cambió repentinamente. Aunque en un primer momento no supo la razón, luego averiguó que el culpable era un medallón metálico, el Corazón Primitivo, un talismán creado por Hazred para ser hallado por algún incauto. El medallón sacaba a la luz los peores instintos del portador y le convertían en el chacal, un ser antropomorfo muy peligroso que era parte del plan del mago para traer de vuelta a Mar-Ti-Ku de su exilio.
Había otro talismán importante envuelto en todo el caso. El mismo fue hallado por Hellboy en el interior del lago. Era una placa de diez centímetros, lleno de caracteres extraños y con un grabado bastante explícito: una especie de monstruo marino con muchos tentáculos que perseguía a gente que huía despavorida. Llevarse la placa fue un error: el monstruo marino de los dibujos estaba saliendo del fondo del lago y se dirigía a la superficie.
El engendro atacó a todos los presentes, acabando con la vida de varias personas. En el proceso, Hellboy luchó contra el ser y lo espantó, para suerte del resto de miembros del grupo. Según observaciones posteriores de Arun, el ser era descrito en la tablilla extraída del lago por Hellboy como “El Antiguo o la Bestia Antigua”.
Tras el ataque y ante las nuevas amenazas del coronel Shapiro, que de momento no sabía qué ocurría allí, Anastasia optó por enviar a sus colegas a casa. Allí solo quedaron los agentes del MI5, Arun, Anastasia y Hellboy, que quería explorar las cuevas del oasis. Creaghan envió a tres agentes del MI5 para que acompañasen a los tres civiles en su aventura espeleológica.
El laberinto de cuevas era profundo y angosto. Ni siquiera la cabeza de Lady Catherine pudo aclararles gran cosa sobre el camino que debían recorrer. Aquello no auguraba nada bueno. La cabeza de Lady Catherine les había prevenido en más de una ocasión sobre la presencia de arañas. Lo que los presentes no esperaban era que aquellas arañas fuesen enormes, más grandes incluso que el puño pétreo del agente de la AIDP. Eran muchas y estaban acorralando a los miembros de la expedición, que cayeron al vacío tras intentar salvar un precipicio.
Las telarañas tejidas por los enormes arácnidos frenaron la caída del grupo. Hellboy trató de defenderlos, pero las arañas le encerraron en un enorme capullo. Mientras, uno de los soldados mutó en araña, una visión terrible que hizo comprender a todos que ese era el fin. Además, Anastasia tenía otro problema: Arun estaba desatado y quería propasarse con ella. Eso tampoco fue mencionado en el informe de Hellboy.
Empiezo a comprender por qué Brutterholm pidió a Bransfield un informe paralelo. Por alguna razón, su protegido no le informó de detalles concretos de la operación, y el profesor creía que se referían a la arqueóloga. Lo cierto es que no iba demasiado desencaminado, pero no por el motivo que creía. La antigua relación amorosa entre ambos no se reavivó, pero Hellboy debió lidiar con la impropia actitud de Arun, su instinto de protección hacia Anastasia y su deber para con la AIDP. Aquello no debió ser fácil, y la mujer no paraba de dejar en claro en su informe que el agente hizo todo lo posible para salvar a todos los involucrados, sin dejar a ninguno detrás. Por desgracia, aquello no fue posible.
En las mentes de los 4 restantes miembros del grupo empezó a sonar una voz que todos pudieron identificar al instante. Se trataba del mismísimo Hazred, que estaba acompañado por varios seres bastante extraños. Eran pálidos, encorvados, paticortos y fornidos. Tenían cabezas y orejas enormes. Algunos no tenían ojos, y los que sí los tenían parecían estar ciegos. A una simple orden del escuálido, espigado, calvo y pálido brujo, los seres se llevaron a los tres supervivientes con ellos, tras asesinar al soldado del MI5 que seguía con vida.
Para sorpresa de Hellboy, en el fondo de la caverna se escondía un poblado con edificios tallados en roca, con acabados en hierro y madera. El resto de la ciudadela parecía construida en bronce. Una luz verdosa, proveniente de un estanque situado bajo los edificios, iluminaba el lugar.
Allí, en pleno desierto egipcio, había una civilización escondida, puede que desde hace milenios. Un pueblo que se ha adaptado a vivir en las profundidades, casi a oscuras. Además de los seres descritos anteriormente, había otros que parecía menos deteriorados. Más humanos, por así decirlo. No había rastro de los zombis persas. No estaban allí, sino en el oasis, al acecho de Creaghan, sus soldados y de los norteamericanos, que estaban acompañados por un destacamento de soldados de Naciones Unidas. Una gran batalla se avecinaba, pero Anastasia no supo nada de ella hasta que todo aquello acabó.
Hazred les contó la historia de Mar-Ti-Ku. Una biografía a todas luces legendaria, pues se cuenta que el hechicero fue quien hundió la Atlántida, aunque puede que no fuese en este plano de la realidad. Quién sabe…
Fue este hechicero sumerio el que concedió la inmortalidad a Hazred, habitante del oasis de Amón que emigró para buscar conocimientos. El poder de Mar-Ti-Ku solo es comparable con el de los Ancianos (sean quienes sean). En el año 567 a. C., Hazred regresó a su hogar y prometió a su gente de que sobrevivirían y serían prósperos si prometían lealtad a su causa, cosa que todos hicieron. En el año 525 a. C., un representante de Cambises llegó al lugar, pero le desdeñaron. Luego llegó el enorme ejército del general, pero fue aplastado por una enorme tormenta de arena convocada con Hazred. Solo sobrevivieron unos pocos, que se quedaron a vivir con ellos. De entre ellos, Mar-Ti-Ku buscaba uno lo suficientemente fuerte para ser su contenedor para una nueva vida, pero el elegido murió, lo que retrasó sus planes hasta 1986. A ojos de Hazred, Hellboy era el candidato perfecto. El hombre rojo sería el recipiente perfecto para el hechicero sumerio.
La transformación de Arun en licántropo vino a sumarse a la ecuación. El medallón que encontró en las arenas del oasis le cambió y ya no hubo vuelta atrás. Anastasia rogó a Hellboy que no le dañara, y desde luego que éste trató de no herir al historiador, pero no pudo salvarle de morir ahogado tras una feroz batalla. Esa losa fue muy dura para el agente, que a pesar de todo lo ocurrido sentía compasión hacia el hombre, que en esencia no era malvado. Cierto es que se sentía atraído por la arqueóloga, pero solo fue la acción del Corazón Primitivo la que operó el cambio radical en la forma de actuar de Lahiri.
Hazred no podía controlar a Hellboy, pero aun así actuó y abrió un portal interdimensional. Algo empezó a cruzar desde el otro lado. Una nube de insectos salió a borbotones, dirigiéndose a todos los seres subterráneos que moraban en la antigua ciudad sepultada, comiéndose su carne y dejándolos en los huesos. El pánico se apoderó de todos aquellos desgraciados, que trataban de huir desesperadamente.
Mientras tanto, Hazred parecía haber sido poseído por otro ser. Mar-Ti-Ku hablaba por boca (mejor dicho, por la mente) del mago, que flotaba frente al portal. Hellboy estaba convencido de que el hechizo no había funcionado del todo, y aun había una oportunidad de frenarlo. Aunque para ello debía recurrir al ser que les atacó en el lago y que probablemente se escondía en las aguas subterráneas. Estaba seguro de que toda la historia que Hazred había contado era una patraña, y que probablemente el tal Mar-Ti-Ku no era humano.
El ser que hablaba a través de Hazred clamaba por la llegada de los Uruku, los seres del averno. Estaban a punto de cruzar el umbral para convertirse en una plaga para este mundo. A tiempos desesperados, medidas desesperadas. Hellboy pidió a Anastasia que se preparase para nadar, mientras él frenaba al supuesto hechicero e intentaba atraer al monstruo marino, que finalmente apareció y derribó todo el lugar. Mientras todo caía, Hellboy y Anastasia nadaron desesperadamente a través de los canales de agua subterráneos, rezando para salir a la superficie. La antigua ciudad quedó sepultada y sus habitantes murieron aplastados, compartiendo su destino final con el recipiente de Mar-Ti-Ku. El ser interdimensional quedaría atrapado para siempre, o eso esperaban los supervivientes.
Anastasia Bransfield acababa su informe pidiendo al profesor Brutterholm que no fuese muy duro con Hellboy. A pesar de las apariencias y de su forma de actuar un tanto despreocupada, el hombre rojo lo había pasado realmente mal y se sentía culpable por lo allí acontecido.
“Hellboy es el hombre más especial que he conocido en mi vida. Da igual lo que haya dicho. Lo que ocurrió en aquel oasis le marcó, y estoy segura de que no olvidará a mis compañeros fallecidos, ni a los hombres del MI5 ni, por supuesto, a Arun. Cuídenlo, porque él puede ser la diferencia entre la supervivencia y el caos más absoluto. Por cierto, dígale que conservo la tablilla que encontró en el fondo del lago…”.
Félix R. Herrera
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