Los orígenes de Zagor: Clear Water
En 1961, el aun veinteañero Sergio Bonelli, con la ayuda del artista Gallieno Ferri, creo a uno de los grandes personajes del cómic italiano contemporáneo. Combinando el western, el terror, las historias de detectives y la ciencia ficción, dotó a su creación de características físicas de otros ilustres nombres como Tarzán, Davy Crockett o el Enmascarado. Bonelli inició una saga en constante evolución, que tiene como eje el bosque imaginario de Darkwood, situado cerca de los Grandes Lagos y Canadá. Una verdadera Tierra de las Aventuras para Zagor, el Espíritu con el Hacha.
Poco podía imaginar su creador que Zagor cumpliría más de sesenta años y continuaría en plena forma en 2025, siendo publicado mensualmente. En estos momentos circula el número 720 de su colección ordinaria, a la que le siguen otros tantos trimestrales, anuales, traducciones a otros idiomas y reediciones. En España ha tenido tres andaduras diferentes, siendo la primera de ellas la iniciada por Buru Lan Ediciones, que editó setenta y dos capítulos de la serie entre 1971 y 1974. Le seguirían una segunda tanda lanzada por Ediciones Zinco en 1982 y una última formada por tres monográficos editados por Aleta Ediciones entre 2012 y 2015. Por desgracia, y como ocurre con todo lo relacionado con las licencias de Bonelli, esa intentona de trasladar sus historias a nuestro idioma fue la última. Aunque lo cierto es que ha habido otras editoriales que han realizado trabajos puntuales – centrados en Dylan Dog, con algún tomo de ECC y Nuevo Nueve –, lo cierto es que estamos huérfanos en lo que a las andanzas de todas ellas se refiere. Mientras alguien se lanza, quienes gustamos de estos cómics debemos superar la barrera del italiano.
Volviendo a Zagor, esta entrada del blog servirá para introducirlo a quienes no lo conocéis. Para ello, recurriré a una reimaginación de Zagor cuenta... – Zagor racconta..., en el original –, que vio la luz el 10 de julio de 1969. Este dato debe darse por bueno si hemos de fiarnos de las palabras de Moreno Burattini, uno de los guionistas más prolíficos de la serie, que estuvo encargado de escribir los seis tomos enmarcadados bajo la misma etiqueta de Zagor Orígenes. La web de Sergio Bonelli Editore ofrece una fecha distinta a la dada anteriormente: 1 de julio de 1970. Esta confusión podría deberse a que el personaje fue publicado por varios sellos editoriales diferentes antes de por la propia Bonelli. El prólogo del primer tomo de esos orígenes puede aclarar algunas dudas al respecto. Burattini declaraba que ese episodio era el primero de un total de seis álbumes, el número 62 de la cuarta serie de la Collana Lampo (Colección Relámpago). El ejercicio fue replicado en 1970 por parte de Zenith Gigante, en 1974 en la colección Zagor Ristampa y en 1990 en Tutto Zagor, todos ellos en blanco y negro. En dos ocasiones distintas, dicha historia llegó a las librerías a todo color y en formato de tapa dura, primero bajo el sello Cepim en 1977 y luego bajo el amparo de la propia Sergio Bonelli Editore en 2016.
Medio siglo después de su primera aparición, Burattini se encargaría de reescribir aquel número, respetando lo creado por Bonelli – que lo guionizó con el pseudónimo de Guido Nolitta – y Ferri. Ninguno de los creadores involucrados en el proyecto de Zagor Orígenes intentó cambiar la biografía del Espíritu del Hacha, sino que ahondaron en sus raíces y rellenaron los puntos oscuros que sus autores originales dejaron – a propósito o no, lo ignoramos – en los eventos directamente relacionados con él o sus allegados. Zagor cuenta… no revelaba todos esos hechos, sino la versión que de los mismos que Zagor decidió contar a Chico, su inseparable acompañante. De esta forma, Burattini y el resto del equipo imaginó que podría haber cosas que el protagonista ignoraba o que podría haber elegido no decir.
El relato original de Bonelli tenía muchas lagunas. La primera de ellas – y quizá la más importante de todas – era el nombre del niño que “Wandering” Fitzy – mentor y figura paterna de Zagor durante toda su adolescencia – salvó de las aguas de Clear Water. De la misma forma, nadie sabría el apellido de la familia de Zagor y del propio Espíritu del Hacha hasta años después. Corría el año 1995 cuando los seguidores del aguerrido hombre sería revelado en un especial. Ahí sería completado parte del puzzle que supone la vida de Patrick Wilding, el futuro Rey de Darkwood. Por su parte, y continuado con las preguntas sin responder planteadas por Zagor racconta…, tampoco se conocían las razones que llevaron a Fitzy a no denunciar a las autoridades el doble asesinato perpetrado por Salomon Kinsky, a pesar de tener nociones de qué había pasado en la cabaña de la familia del menor. Tampoco había noticia alguna de la razón por la que el padre del guerrero cometió la atrocidad de la que Kinsky le acusaba. Y así, muchas otras que fueron respondidas en esos seis tomos que iré desgranando poco a poco. De momento, viajemos hasta la primera mitad del siglo XIX, en la que comenzó la historia del futuro defensor de Darkwood. Aquel al que los nativos de la zona imaginan como un ser sobrenatural, apodado Za-gor-te-nay, que en lengua algonquina significa "el Espíritu con el Hacha".
En un lugar tranquilo de los bosques de Clear Water, el atormentado Mike Wilding contaba a su amigo Julius Summerscale algunos funestos eventos ocurridos mientras era teniente. Los indios Scouts a sus órdenes asesinaban a indios Abenaki sin ninguna compasión, práctica que horrorizaba al entonces joven soldado. A pesar de los años transcurridos, Mike seguía pensando que fue su ineptitud la que provocó tanto derramamiento de sangre. Poco antes de aquellas muertes, fue ascendido debido a la muerte de su superior. Algo con lo que no contaba y para lo que no estaba preparado, desde luego. La misión heredada por Wilding consistía en detener a unos cuantos indios fugitivos de la tribu Creek que se encontraban protegidos por los Abenaki, que hasta entonces se habían mostrado neutrales en en conflicto. Los Scouts, quienes se habían aliado con los norteamericanos dentro de aquella sempiterna partida de ajedrez en que se convirtió la conquista de toda la parte norte del continente americano, querían destruir a los Creek. Aunque para ello tuvieran que atacar a los Abenaki. Una postura que era compartida por los hombres al mando de Wilding, que apenas era capaz de contenerlos.
Summerscale, quien fue abogado de Wilding en el juicio que sucedió a la catástrofe provocada involuntariamente por éste, trataba de consolar a su amigo. Sabedor de que se presencia provocaba el retorno de los fantasmas que perseguían a Mike, apenas le visitaba. Sin embargo, en aquel viaje sería testigo del ataque de un gran felino. La potencial víctima sería Patrick, el hijo de Mike. El niño se libró por los pelos, gracias a la rápida intervención de su padre, que disparó su fusil hacia la cabeza del animal. El jovencito salía solo a menudo, pese a las reticencias de sus padres. Era temerario y atrevido. Conocía todos los dialectos que se hablaban en la zona y sabía cómo hacer señales de humo. Deseaba aprender a cazar cuanto antes, encontrando una resistencia férrea como respuesta. Por suerte para él, salió ileso de aquel encuentro.
De regreso a la cabaña de los Wilding, el pequeño Patrick fue reprendido por Betty, su madre. Tras el almuerzo, y con la promesa de regresar pronto, Julius Summerscale decidió regresar a sus quehaceres. Él no lo sabía, pero su trayecto había sido observado de cerca por una especie de predicador y un indio, que llevaban mucho tiempo buscando a Mike Wilding. Ambos estaban a punto de ejecutar una venganza que llevaban años imaginando.
En la cabaña, Patrick dibujaba un símbolo muy particular: la sombra de un gran ave contra el Sol. Era algo que soñaba de forma continuada. Interrogado por su madre al respecto, Patrick aseguró que esa figura empezó a aparecer en sus sueños tras recibir un fragmento de una extraña piedra azul de lazurita de manos de Kaisha, heredero de la tribu Huron. Según Kaisha, la otra mitad de esa piedra estaría en manos de una mujer que vive en una cueva en la cima de una montaña. Además de ver ese símbolo que acababa de dibujar, Patrick podía ver otras escenas. Secuencias que no era capaz de entender. Unos indios que le perseguían. Una cabaña ardiendo. Una figura imponente que salía de entre las llamas, con el símbolo del ave en su pecho y un hacha en sus manos…
Tras una charla informal, en la que Betty y Mike contaron a su hijo algunos detalles sobre su primer encuentro, la familia Wilding atisbó las sombras del predicador y el indio, que seguían acechando la cabaña. Ambos se retiraron antes de ser descubiertos, pues sabían que la resistencia sería feroz.
Algún tiempo después, Julius Summerscale descubriría que Salomon Kinsky había intentado averiguar su paradero. Alertado por lo que eso significaba, salió de la ciudad a toda velocidad con el objetivo de avisar a su amigo. Por desgracia, su intentona fue frustrada por Kinsky y un grupo de indios Abenaki. Estos fueron los supervivientes del ataque sufrido en Silver Lake, donde se ubicaba una de sus aldeas. La misma fue arrasada, sin tener piedad ni tan siquiera con las mujeres o los niños. Ese ataque fue comandado por Mike, objetivo de todos aquellos hombres que rodeaban a Summerscale. Kinky disparó al abogado en el vientre, condenándole a sufrir una muerte lenta y dolorosa. La comitiva se dirigía hacia Clear Water, y nadie podía hacer nada para avisar a la familia Wilding. Por suerte para Betty y Patrick, Mike los vio antes de que llegasen a la casa, dándoles el tiempo suficiente para parapetarse en la cabaña.
Mientras el matrimonio Wilding intentaba proteger su casa, un cazador solitario oyó los lamentos de Summerscale. Mientras agonizaba, el abogado rogó al desconocido que fuese hasta la orilla del río para tratar de salvar a la familia o, al menos, al niño. Quizá movido por la compasión, o presa de un frenesí incomprensible, el hombre se lanzó a la carrera a través del campo, decidido a cumplir la última voluntad del ya fallecido Julius.
Un gran número de flechas incendiarias se clavaban en la madera de la cabaña, menguando las opciones de los habitantes de la misma. Betty y Mike sabían que no saldrían vivos de aquel ataque, por lo que centraron todos sus esfuerzos en crear una distracción que diera una oportunidad a Patrick. El niño no quería abandonar a sus padres bajo ningún concepto. Pero éstos, tras despedirse, le arrojaron por una de las ventanas, directo hacia las aguas de Clear Water. Al mismo tiempo, el desconocido seguía corriendo a toda velocidad, siguiendo una de las orillas del río. Veía desde la lejanía el humo provocado por las llamas cuando de repente oyó los gritos de Patrick, que luchaba por no ahogarse. Por suerte para él, el cazador lo sacó de las aguas. Estaba a salvo, pero a punto de quedar huérfano.
En efecto, el matrimonio Wilding no tuvo más remedio que salir de la cabaña con los fusiles en las manos. Betty fue abatida por los indios, mientras Mike fue gravemente herido. Salomon Kinsky encaró a su enemigo. A aquel que había ordenado el ataque contra su aldea. En efecto, el predicador era un Abenaki, y aquel antiguo mando militar era su peor enemigo. Mike Wilding dio su versión de los hechos. La que consideraba real. La que aun la causaba pesadillas. No fue capaz de frenar el ímpetu de sus compañeros, cegados por el odio en la furia del combate. No tenía experiencia ni influencia sobre sus hombres furiosos por la muerte de su capitán y algunos compañeros, y eso provocó una catástrofe innecesaria. No había pasado ni un solo día en que no se arrepintiera por lo ocurrido en Silver Lake. Fue absuelto de los cargos más graves en su contra en el juicio posterior, aunque tuvo que dejar el ejército. Habría abandonado su cargo de todas formas de no haber sufrido esa condena. Sin embargo, Kinsky y su compañía no creyeron ni una palabra. Ejecutarían a Mike de todas formas. De la forma más lenta y dolorosa posible.
Desesperado, Patrick rogaba a su anónimo salvador que regresare a la cabaña. Sus padres seguían en peligro. Pero el cazador sabía que era tarde para ellos. Solo podía intentar consolar al chico. Su padre escondía un trágico secreto de su pasado que acabó por alcanzarles a todos. Solo el descubrimiento de por qué su padre tuvo que dejar el uniforme marcaría indeleble la vida del joven Patrick y lo llevaría a asumir el papel y la misión del Espíritu del Hacha. Pero esa es una historia para otra ocasión...
Félix Ruiz H.
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