Objetos de poder: la Séptima Llave


 

Pasad, pasad, criaturas. Vuestro amiguito, el Guardián de la cripta, os tiene preparado un festín de tripas, llenas de gusanos, a la altura de vuestros monstruosos apetitos. ¡Ñihihihi! Perdonad que me ría como una rata, ¡pero es que me he comido varias! ¡Nihihihi! Sin más, dejadme que os cuente este espeluznante relato sobre hombres y demonios. La titánica lucha entre el bien y mal ubicada en un remoto motel. A esta historia protagonizada por una reliquia con forma de llave, que guarda el rojo destino de la humanidad, la he llamado… El Caballero del Diablo.”

Historias de la Cripta: Caballero del Diablo llegó a los cines a mediados de los noventa, en pleno apogeo de la fama de a serie de HBO Tales from the Crypt, que reunió en torno a la figura del Guardián de la Cripta a muchas estrellas del cine y la televisión estadounidenses, deseosos de participar del éxito que la ficción tenía entre el público.

La llegada a la pantalla grande de una de las historias que hacían las delicias de la audiencia vino acompañada de una historia, estilo y ejecución propias de la mejor serie B, que sin embargo es tenida como un trabajo de culto por muchas de las personas que a lo largo de los años se han acercado a él.

Más allá de hacer un ejercicio de análisis cinematográfico, aquí lo que nos interesa es hablar de la historia que plantea, y de la reliquia que se convierte en protagonista absoluta y motor de la acción de los personajes principales: la Séptima Llave.

El Caballero del Diablo no es otro que el Coleccionista, antagonista de la cinta que busca hacerse con esta reliquia, custodiada por un guardián que hará todo lo posible por conservarla y protegerla de las fuerzas del mal. Y es que esta historia presenta otra variante de la arquetípica y maniquea lucha entre el bien y el mal.

¿Para qué sirve Séptima Llave? Según relata la película, se trataría del último de los artefactos necesarios para abrir las puertas del mismísimo Infierno, permitiendo así que las huestes demoníacas infesten el Universo.

La entidad que dedica sus esfuerzos a recuperar la Séptima Llave es conocida como El Coleccionista, capaz de convocar y dar órdenes a demonios con el uso de su propia sangre. Se trata de un ser muy poderoso, capaz de embaucar a los humanos, tentarlos con sus más profundos deseos, y convertirlos en seres infernales. Es el mismísimo Caballero del Diablo, que se ha encarnado para pasar desapercibido en la Tierra y que en la cinta está interpretado por Billy Zane, que parece pasárselo bomba mientras interpreta a un personaje histriónico.

Ahondando más en la mitología de la reliquia, la misma parece existir desde antes de que la Tierra diera sus primeros pasos. En una concepción plenamente católica, el planeta cuenta solo con unos pocos miles de años. Durante la Creación, los demonios usaban siete talismanes para concentrar el poder cósmico. Poder que les fue arrebatado por Dios cuando arrojó luz sobre nuestro planeta. Esa luz no sólo espantó a los seres tenebrosos (preexistentes en este cosmos, según la propia película), sino que propició que los talismanes se separasen y se repartiesen a lo largo y ancho del universo, siendo desde entonces la misión de las huestes infernales recuperarlas.

En acciones que ocurren fuera de pantalla y antes de que comience la historia que se pretende contar, los demonios recuperaron seis de las siete llaves, regresando luego a la Tierra para buscar la séptima y última, que había sido protegida de una forma muy especial.

Hace dos mil años, los malvados seres descubrieron que Dios había entregado la llave a Jesús, su propia personificación. Poco antes de ser crucificado, el talismán cayó en manos de un ladrón natural de Jerusalén llamado Sirach, que descubrió que la sangre de Jesús era capaz de liquidar a cualquier ser oscuro que entrase en contacto con ella. De esta forma, Sirach llenó el interior de la Séptima Llave de la sangre del crucificado y huyó con la misma, convirtiéndose en su segundo custodio.

Entre los poderes sobrenaturales conferidos al portador de la llave, se encuentra el de dotarle de una longevidad impropia de los seres humanos, siendo posible que alguien que se haga con la reliquia sea capaz de vivir cientos de años. El guardián es inmune a la muerte natural y a las enfermedades, pero sí que puede morir en el transcurso de una lucha. De hecho, esto parece ser un requisito indispensable para que el objeto continúe atesorando su ancestral poder.

Hay otro poder que se manifiesta en los diferentes guardianes de la Séptima Llave. Cuanto se obtiene, se gana una suerte de memoria hereditaria y compartida por todos aquellos que han tenido el objeto en su poder en algún momento. El custodio es capaz de atisbar momentos del pasado y ver hechos acaecidos hace siglos o milenios. Parece que la reliquia posee recuerdos y comparte los mismos con los marcados por ella. Estos recuerdos se van acumulando y alimentándose gracias a las diferentes personas que han atesorado el artefacto. Los mismos son transmitidos a todo aquel que recibe la sagrada misión de continuar con la lucha entre el bien y el mal.

Efectivamente, la Séptima Llave no es un objeto que se pueda tener permanentemente. Los demonios ansían hacerse con ella, y la propia llave busca nuevos custodios, siendo necesario que el anterior portador encuentre al nuevo destinatario de la reliquia e introduzca su sangre en ella para que su poder continúe surtiendo efecto. Lo más probable es que esto se produzca cuando el portador se encuentre en el umbral de la muerte, algo que irremediablemente ocurrirá antes o después debido a la propia naturaleza de la aventura que le ha tocado vivir.

Con el transcurrir de los siglos, la presencia de la sangre de Jesús/Dios en la Séptima Llave es cada vez más residual. Sin embargo, el propio carácter sobrenatural del objeto permite que siempre haya una parte de esa sangre, logrando que sea igualmente efectiva para combatir a los demonios que se acercan a ella.


Hay otra aplicación muy interesante para esta sangre. Es posible crear con ella barreras mágicas que repelen a los demonios y les impiden acceder a los lugares rodeados por el líquido vital. Sin embargo, es posible flanquear este obstáculo, siempre y cuando alguna persona retire la sangre de los lugares marcados o destruyendo de alguna forma las estructuras en las que se ha vertido.

El portador de la llave es marcado cuando el objeto se encuentra en su poder. Siete estrellas aparecen en una de sus manos. Una especie de tatuaje que da testimonio de su responsabilidad y de su objetivo desde el momento en que recibe el talismán. Las estrellas se van alineando paulatinamente en la misma disposición en que se encuentran en la llave, estando totalmente en sincronía con la misma cuando el portador encuentra su destino, que no es otro que legar su objetivo a una nueva persona, que hasta entonces quizá no haya oído hablar jamás sobre esta singular historia.

Se desconoce cuántos custodios ha tenido la llave en los últimos dos milenios, pero los espectadores sí que pueden conocer a su penúltimo portador, aquel que encabeza las fuerzas del bien en Historias de la Cripta: Caballero del Diablo: Frank Brayker, quien recibió el objeto y la marca durante la Primera Guerra Mundial, concretamente en 1917, de manos de un soldado llamado Dickerson. Desde entonces, Brayker ha estado huyendo y luchando mientras buscaba al siguiente guardián, al que encontrará durante los acontecimientos relatados en la película. Noventa largos años en los que no ha envejecido nada y ha esperado pacientemente la aparición de un nuevo portador, todo ello mientras seguía luchando y huyendo.

La acción de la cinta se desata cuando Brayker huye del Coleccionista y acaba en un hostal ubicado en Nuevo México. En este lugar, en el que varias personas se convertirán en testigos involuntarios de una lucha milenaria, está la persona destinada a ser guardiana de la reliquia. ¿Conseguirá Brayker su objetivo? ¿O será El Coleccionista el que recupere la Séptima Llave? Para saber la respuesta, tendréis que ver Historias de la Cripta: Caballero del Diablo.

Un último apunte. Esta cinta no es la única aparición de este objeto de poder. Existe una segunda película donde la reliquia hace acto de presencia. Sin embargo, su finalidad y poderes son tan diferentes y menores que no merece la pena ser reseñados aquí. Al menos, de momento. Quizá llegue el momento de hablar de Historias de la Cripta: El club de los vampiros (Bordello of Blood).

Félix R. Herrera

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Hermandad Oscura

Objetos de poder: el bastón que N’Longa regaló al puritano Kane

Las aventuras de Jules de Grandin: El Poltergeist